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Plan irreversible para Afganistán

Será una prueba crucial, sobre todo para determinar la preparación de las fuerzas afganas después de ser entrenadas por los países occidentales. Su inicio coincide además con el previsible comienzo de una nueva ofensiva por parte de los talibanes.

El 21 de marzo comenzó en Afganistán el Año Nuevo Afgano, llamado Noruz, al que le siguen 13 días de celebraciones. Una tradición que también marca el inicio de la primavera, y que es considerada una celebración no islámica, por lo que las fuerzas policiales y armadas afganas se encuentran en estado de alerta ante posibles atentados. Ha sido también la fecha elegida por Hamid Karzai para anunciar las primeras provincias y ciudades afganas que pasarán de las manos de la OTAN a la supervisión de las fuerzas de seguridad nacionales, simbolizando un "nuevo amanecer" para el país.

Las primeras dos de las 34 provincias que iniciarán el proceso de transición son la oriental Panjshir -famosa porque allí nació el líder Ahmed Shah Massoud que luchó contra los soviéticos y posteriormente contra los talibanes al mando de la Alianza del Norte - y la central Bamiyán – sede de la estatuas de Buda destruidas por los talibanes en 2001 -. Las fuerzas afganas a cargo de la capital Kabul también expandirán su control a la mayor parte de la provincia. A estas tres provincias se añaden cuatro ciudades: Mazar-i-Sharif en el norte; Herat en el oeste y con presencia militar española; Mehterlan en el este; y Lashkar Gah, capital de la volátil y difícil provincia sureña de Helmand y bastión de los talibanes.

La elección de estas siete áreas ha sido teóricamente decidida por el denominada Joint Afghan-NATO Board tras un proceso de evaluación "de abajo hacia arriba" que ha tenido en cuenta las condiciones en el terreno. Sin embargo, se tiene la sensación de que la elección parece más simbólica que otra cosa, al incluir un poco de todo de la realidad afgana: una provincia aquí, un ciudad allá, unos lugar más tranquilos, otros más revueltos. Dudas que saltan aún más si recordamos las palabras del secretario de Defensa norteamericano pocos días antes del anuncio de los planes de transición, tras una reunión de la OTAN donde se daba su visto. Gates - que en breve dejará su puesto y quizá por ello derrochó sinceridad - criticó a los aliados que hablaran demasiado sobre irse y poco sobre la necesidad de garantizar que el trabajo esté bien hecho; que estuvieran poco pendientes de ver qué se necesita hacer antes de salir del país; y que tuvieran excesiva preocupación sobre la retirada de las tropas y poca sobre continuar luchando. Advirtió además que el repliegue de tropas debía ser coordinado y basado en las condiciones de seguridad, no en cálculos matemáticos diseñados por preocupaciones políticas, porque en tal caso se pondría en riesgo los avances realizados hasta el momento.

Pero la decisión ha sido tomada y anunciada, el proceso está en marcha y, lo más importante: es irreversible. Será una prueba crucial, sobre todo para determinar la preparación de las fuerzas afganas después de ser entrenadas por los países occidentales, y entrever el futuro. Su inicio coincide además con el previsible comienzo, como cada año, de una nueva ofensiva de primavera por parte de los talibanes. Así lo ha advertido entre otros el general Petraeus en sus recientes testimonios en el Congreso y el Senado norteamericano para dar cuenta de la situación en Afganistán. Allí su discurso se asemejaba a los ofrecidos meses atrás: han progresos pero aún no se han consolidado, y las victorias obtenidas hasta ahora son frágiles y reversibles. Trató de ponerle optimismo pero con cautela, y sin aclarar en cuántos efectivos consistirá el primer repliegue de tropas norteamericanas del teatro afgano en julio. Dice que aún está trabajando en todas las opciones posibles.

También quiso subrayar que a pesar de llevar 10 años en Afganistán, sólo desde hace dos Estados Unidos tiene una estrategia clara y los recursos necesarios, es decir que apenas están empezando y por lo tanto que aún queda mucho por hacer. Una postura lógica pues el apoyo de los norteamericanos a la guerra en Afganistán es cada día más bajo. Veremos que pasa los próximos dos meses, periodo en el que debe iniciarse el gradual y difícil proceso de transición en las siete áreas elegidas. Estaremos atentos, si Libia lo permite.

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