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George Will

Más presos y menos delincuentes

"La disuasión funciona." Funciona especialmente a la hora de proteger a los negros, que son de forma desproporcionada víctimas de los delitos perpetrados por varones negros.

El diálogo político exige un tercer oído que permita captar lo que no se dice. El silencio casi total de hoy día sobre la delincuencia probablemente demuestre una mejoría social. Por muchas razones, por ejemplo las mejoras en la policía y el aumento de las encarcelaciones, los americanos se sienten, y están, más seguros. En los últimos tiempos, el New York Times no ha reproducido titulares tan graciosos como "El crimen sigue descendiendo, pero las cárceles siguen llenándose" (1997), "La población reclusa crece aunque los índices de criminalidad descienden" (1998), "Crece la cifra de reclusos a pesar de la reducción de la criminalidad" (2000) y "Más reclusos, a pesar del ligero descenso de la criminalidad" (2003).

Si la delincuencia vuelve a ser un asunto a discutir será debido a las denuncias progresistas contra algo que ha reducido la importancia de este asunto: el índice de encarcelamientos. Además, cualquier retorno del debate sería difícil de gestionar para Barack Obama. Al progresismo le gustan las historias de victimismo y disfruta con la premisa relacionada de que los individuos son folios en blanco sobre los que "la sociedad" escribe sus renglones torcidos. De ahí que los progresistas ubiquen como causa de la criminalidad las condiciones sociales desfavorables que se supone el progresismo sabrá solucionar.

El mes de julio del año pasado, Obama dijo que "hay más varones negros jóvenes languideciendo en la cárcel que asistiendo a la universidad". En realidad, más del doble de varones negros de edades comprendidas entre los 18 y los 24 años van a la universidad que a la cárcel. En septiembre afirmó que "tenemos un sistema que encierra durante los mejores años de su vida a demasiados jóvenes que cometen su primer delito." Pero Heather Mac Donald, del Manhattan Institute, observaba en City Journal que entre 1999 y 2004 el incremento en la población carcelaria se debió en exclusiva a los delincuentes violentos. Además, Mac Donald cita datos que indican que:

En la aplastante mayoría de los casos, la pena de cárcel sigue siendo un premio a los méritos de una vida de constantes violaciones criminales de la ley. En ausencia de reincidencia o de un delito con violencia, el sistema penal-de justicia hará todo lo posible por mantener a los delincuentes fuera de las prisiones federales o estatales.

Obama ve racismo en el índice de encarcelamiento: "Tenemos determinadas penas que no se basan tanto en el tipo de delito que se comete como en el aspecto que se tiene y de dónde se procede." En realidad, en 2006 los negros, que suponen menos del 13% de la población, constituían el 37,5% de los reclusos de todas las cárceles federales y estatales. Alrededor de uno de cada 33 varones negros estaba encarcelado, en comparación con uno de cada 79 varones hispanos y uno de cada 205 blancos.

Pero Mac Donald cita estudios sobre encausamiento y condenas que demuestran que el motivo de la desproporción de los reclusos negros y de la longitud de sus condenas no estriba en diferencias raciales, sino en sus distintos patrones de violaciones de la ley: "En 2005 el índice de homicidios entre negros era siete veces mayor que el de blancos e hispanos juntos. (...) Desde 1976 a 2005, los negros cometieron más del 52% de todos los crímenes." ¿Detiene la policía excesivamente a los negros? "La raza de los delincuentes descrita por las víctimas de los crímenes encaja con los datos de detención."

En cuanto a la acusación de que el índice de encarcelamiento de los negros se explica de forma sustancial por la existencia de penas federales más severas por la posesión de crack que por el consumo de cocaína (solamente 13 estados distinguen entre las dos sustancias, e incluso así la diferencia entre las penas es pequeña), Mac Donald dice:

Se necesitan muchos más de los alrededor de 5.000 acusados por posesión de crack (a nivel federal) al año para explicar los 562.000 presos negros que a finales de 2006 cumplían condenas en prisiones estatales y federales, o los 858.000 presos negros encarcelados en la actualidad si incluimos a la población reclusa en cárceles municipales y de condados.

James Q. Wilson, el sociólogo más destacado de América, observa que "el delincuente tipo comete entre 12 y 16 violaciones de la ley al año (sin contar los delitos relacionados con drogas)" y afirma que diez años de estudios académicos "han demostrado que los estados que enviaron a porcentajes superiores de convictos a la cárcel registraron índices de criminalidad inferiores, incluso después de tener en cuenta todas las demás variables (pobreza, nivel de urbanización y proporción de varones jóvenes en la población total) en la que los estados difieren. Un riesgo más elevado de ser castigado reduce el número de crímenes. La disuasión funciona." Funciona especialmente a la hora de proteger a los negros, que son de forma desproporcionada víctimas de los delitos perpetrados por varones negros.

Un reciente informe del Pew Center on the States afirma que Estados Unidos encarcela a demasiadas personas, restando así fondos para la educación superior. Wilson observa que el informe no examina si el crecimiento más lento del gasto público en educación superior frente al gasto en prisiones puede explicarse o no por el aumento del apoyo privado a la universidad pública. Y añade secamente que el informe no explora "si la sociedad recibe tanto de las universidades como de las cárceles". Una buena pregunta, aunque no la más adecuada para ser estudiada por el estamento académico.

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