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Germán Yanke

Pasó la farsa

Pasó, como un fantasma, la manifestación de Ibarretxe. Sí, como un fantasma. Dijeron “ETA fuera” los que se oponen a la reforma de la Ley de Partidos, los que no quieren el cumplimiento íntegro de las penas, los que sustentan y pactan con Batasuna, los que proponen un proyecto antidemocrático de secesión y exclusión de los no nacionalistas, los que afirman que ETA quedará fuera cuando se le quiten los argumentos mediante el procedimiento de avanzar en el soberanismo. No ha cambiado nada. Al PNV le interesa tener a ETA fuera si puede avanzar en su proyecto étnico. Ya lo sabíamos. A Ibarretxe, por ello, y por si acaso, le han seguido en las calles de Bilbao menos personas que en otras ocasiones.

El fantasma, de todos modos, ha tenido su cuota de escarnio y su punto de esperpento, como no podía ser menos. El mayor escarnio es el de Arzalluz, que se alegra de que el PP no estuviera porque “su gente” no quiere ir por la calle con los que votan a Jaime Mayor Oreja. Tampoco estuvo Batasuna, pero la gente de Arzalluz, como ya sabemos, no tiene inconveniente en ir con los que votan a ETA. Se trata, sólo, de que, cuando interesa, se queden a un lado. No es menor el del portavoz del Gobierno vasco que achaca la ausencia de los populares a la voluntad de anteponer sus “intereses de partido” a decir que no a ETA en la calle. No se le decía que no, claro, sino que se apartara. Pero la acusación al PP de “electoralismo” es reiterada por los nacionalistas y por algunas voces afónicas y confundidas del PSOE. ¿Qué significa electoralismo? ¿Que los votantes premian no asistir a esa farsa? Pues bienvenida sea la decisión del PP y la inteligencia de los votantes.

Y tampoco es escarnio insignificante que, con el PNV, estén los que nunca estuvieron en las manifestaciones que eran realmente contra ETA y a favor de la Constitución y las libertades ciudadanas. Nunca en esas ocasiones se vio en las calles del País Vasco a Maragall y a los líderes de CiU. Ni a Odón Elorza, vergonzante alcalde de San Sebastián, monumento al miedo y a las taras intelectuales. El lunes, como no podía ser menos, “El País” reprochaba al PP que no hubiera estado en las calles de Bilbao tras Ibarretxe. ¿Le reprochó a Ibarretxe que no asistiera a las manifestaciones organizadas por las asociaciones constitucionales en septiembre de 2000 o en octubre de 2002? Pues no. Lo que sí hizo es reprocharle al PP que no estuviera en otra, también convocada por el presidente del Gobierno vasco este mismo año. Se ve que es mejor querer que ETA se quede fuera, siquiera vigilante, que terminar con ella, aunque sea a costa del nacionalismo étnico. Qué escarnio.

Insultaron a los pocos miembros de Basta Ya que se acercaron a Bilbao. Este –¿último?– escarnio tiene su medida de esperpento. ¿Qué sentido tiene que nos digan que todo era hipocresía, que Ibarretxe no hace lo que tiene que hacer para acabar con ETA, si le seguían por la calle? Lamento muy de veras que gente tan seria haya sido, en esta ocasión, tan incapaz de una justificación intelectual y razonable de su presencia en la manifestación nacionalista. No lo remediarán ya, pero podrían atemperar su malestar defendiendo públicamente a quienes no asistieron y son ahora vilipendiados tanto por los cómplices de la banda terrorista como por los pusilánimes enemigos de esta.

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