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Hernán Felipe Errázuriz

En el bicentenario latinoamericano

Latinoamérica conmemorará los bicentenarios de su independencia. La celebración coincide con el mayor grado de intervención de gobiernos extranjeros en los asuntos internos de otros estados.

Latinoamérica conmemorará los bicentenarios de su independencia. La celebración coincide con el mayor grado de intervención de gobiernos extranjeros en los asuntos internos de otros estados.

Tan aberrante es esta realidad que el sueño bolivariano y de los libertadores –de independencia y unidad– lo detenta Chávez. Tan absurda, que Haití –el segundo país independizado en América– está ocupado desde hace seis años por miles de militares extranjeros, incluso asiáticos. Tan increíble, que más de la mitad de las naciones sudamericanas no tienen relaciones diplomáticas normales entre sí: Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela carecen o han retirado embajadores en alguno de esos países.

Sudamérica, dividida, sólo se une para excluir a México de UNASUR, favorecer el ingreso de Cuba a la OEA y no declarar a las FARC como organización terrorista.

La izquierda controla y divide a Latinoamérica. Armamento vendido por Suecia a Venezuela ha terminado en las FARC, para derribar al Gobierno colombiano. Las FARC financian la elección del presidente de Ecuador. Chávez amenaza con bloquear el comercio y con expropiar inversiones colombianas. Colombia denuncia la intromisión de Chávez y de Correa. Perú reclama la intervención de Venezuela y de Bolivia. Perú y Bolivia reclaman territorios chilenos. Argentina corta el suministro de gas a Chile y bloquea el acceso a Uruguay por la instalación de una industria aledaña a un río compartido. Chávez y Lula pretenden debatir en los organismos regionales un acuerdo bilateral de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos, el cual también es observado por la presidenta de Chile.

No menos preocupante es que muchos de los líderes pretendan perpetuarse en sus cargos: desde el secretario general de la OEA, siguiendo con los presidentes de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua; fallidamente Zelaya, de Honduras; encubiertamente los Kirchner, y tentativamente Uribe de Colombia, todos buscan reelegirse. Sin renovación en el poder, se mantendrán las intromisiones foráneas y la desintegración latinoamericana, que favorecen los enfrenamientos entre países, la pobreza y la corrupción.

¿Qué culpa tienen los pueblos de las enemistades entre mandatarios y de sus incompetencias? Algunos son inocentes y otros son víctimas de la demagogia imperante.

Pero en este oscuro panorama también surgen esperanzas: no fue posible un multitudinario 26 de julio en Cuba; las FARC han sufrido reveses; los Kirchner están en retirada y Chávez fue derrotado en su expedición hondureña.

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