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José Antonio Martínez-Abarca

El CAC es la auténtica política

El CAC no es ningún órgano periodístico anglosajón ni marciano, sino el modelo de los piccioni o mozos descamisados con gorra calada y lupara que envían los señores de respeto a hacer esos trabajillos con los que ellos no quieren mancharse personalmente.

No sé por qué dicen que el CAC (Consejo Audiovisual de Cataluña) es una asociación de amigos independiente y que no es un órgano estrictamente político (que hace de la prevaricación la única norma); si ya todo hoy en día es un órgano estrictamente político. "De todo hace ya veinte años", decía Gil de Biedma, y veinte años más tarde resulta que los políticos son los amos de todo. De todo. Cautivos y desarmados los bancos y los empresarios españoles con la crisis, el ejército de barandas y abrecoches de los barandas ha conquistado sus últimos objetivos burocráticos. ¿Organismos independientes del poder han dicho? ¿Hay alguno?

Por supuesto que, si hasta la presidencia del Real Madrid es, de hecho, un órgano estrictamente político antes de que se presenten a las elecciones internas Villalonga o el compañero de pupitre de Villalonga –desde el que se puede hacer y se hace hermanamiento con los independentistas catalanes– cómo no va a ser un órgano estrictamente político el Consejo Audiovisual de Cataluña, puesto que la presidencia merengue aún no la eligen a dedo (aún) los nacionalistas periféricos. Aunque siempre tiene tiempo Ramón Calderón de cambiar los estatutos y sobre todo el voto por correo para que quien decida sobre lo suyo sea sólo su amigo Laporta, el presidente del Barça. Porque los socios y compromisarios a lo mejor no son suficientemente independientes y fiables a este respecto, ni los electores tampoco, hay que entregarse en manos de quienes saben lo que es mejor para nosotros, como el CAC.

La Asociación de Consumidores de España es un órgano estrictamente político; la Federación (o lo que sea) de Asociaciones de Vecinos es un órgano estrictamente político, concretamente del signo político que todos ustedes están pensando; los distintos pero iguales "observatorios" para esto o lo otro, en las administraciones del PSOE o del PP, son órganos estrictamente políticos donde no se hace otra cosa que política y además política zapaterina; y, como no podría ser de otra manera, el CAC es un órgano más estrictamente político todavía que los propios políticos que lo designan.

En concreto, es el sitio "b", como la contabilidad "b", donde los políticos pueden saltarse muy a su sabor esas normas y pejiguerías democráticas que no se saltan en el Parlamento, donde el pudor derivado de un cierto temor reverencial al qué dirán (el qué dirán, pero desde luego no los periódicos catalanes) les mediatiza relativamente. El modelo del CAC no es el de ningún órgano periodístico anglosajón ni marciano, sino el modelo de los "piccioni" o mozos descamisados con gorra calada y "lupara" que envían los señores de respeto a hacer esos trabajillos con los que ellos no quieren mancharse personalmente. No podría ser una instancia más estrictamente política ni proponiéndoselo.

El CAC son los muchachos, los buenos muchachos. Los que se encargan de limpiar las alcantarillas en el país en construcción, ya que se supone que alguien tiene que hacerlo.

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