Los lectores ya saben quién es El Tunecino: ese peligrosísimo terrorista que formaba parte de una célula de Al Qaeda estrechamente vigilada hasta poco antes del 11-M, que participó en el asesinato de 192 españoles el 11-M y que terminó suicidándose en Leganés. Sabemos también que El Tunecino había abandonado su casa a principios de marzo y que su casero denunció el hecho a la Policía sin que nadie le hiciera caso. El piso en el que El Tunecino habitaba no sería registrado hasta después de la explosión de Leganés, a pesar de que al casero se le toma declaración una semana antes de esa explosión.
Pues bien, en sus declaraciones ante la Policía y ante el juez, el casero de El Tunecino reveló que había recibido una carta de su inquilino después del 11 de marzo, cuyo contenido es el siguiente:
Estimado Rafael,
Espero que estés bien, así como toda tu familia. Me fui de viaje y pensaba volver, pero al final decidí instalarme ahí.
Le quería informar que puede recuperar su vivienda y disponer de ella.
Si puedes recoger mis cosas, si posible, y cuando pase por allí, las recupero y le pago lo que queda pendiente entre nosotros.
Le agradezco la buena vecindad durante estos años, y espero verle pronto en buena salud.
Atentamente,
Sarhan
Los análisis grafológicos muestran que esta carta fue escrita, en efecto, por El Tunecino. El casero no recuerda si recibió la carta antes o después de la explosión de Leganés y el matasellos de la carta no arroja, desafortunadamente, ninguna luz. Desde luego, debió de recibirla después del 26 de marzo de 2004, puesto que ésa es la fecha en que declara por ves primera ante la Policía y no menciona la carta para nada.
Es una misiva un tanto sorprendente para alguien que acaba de asesinar a 192 personas, ¿verdad? Pero no es el único enigma que rodea a El Tunecino, como tendremos ocasión de comprobar más adelante.
Sobre los comentarios de los lectores
Con respecto al tema de la distancia entre unos artículos y otros de la serie de "Los enigmas", comprendo que en ocasiones esa distancia provoque una cierta impaciencia, pero las cosas llevan su ritmo. A medida que nos adentramos en temas cada vez más delicados, se hace más imperativo tratar de casar todos los datos antes de publicar ninguna información. Lo cual obliga, a su vez, a retrasar otras informaciones que dependen de una forma u otra de la anterior.
Todos los medios que investigan el 11-M tienen en cartera diversas noticias que no pueden publicar porque aún no están suficientemente contrastadas o porque su publicación comprometería otras líneas de investigación prometedoras. Y así es como deben ser las cosas. Lo contrario sería imprudencia.
De todos modos, sí que puedo decirle a los lectores que el siguiente capítulo de Los enigmas dedicado a los sucesos de Leganés verá la luz en breve.