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Los enigmas del 11M

Un gobierno crispado y convulso

Un día cualquiera en la vida de Zapatero:

Quedan menos de cuarenta días para las elecciones y no parece que el viento sople a favor de la nave del Gobierno. Quizá por eso estamos asistiendo a un incremento de la violencia tanto institucional como verbal contra la AVT, contra el PP, contra la Conferencia Episcopal y contra todo lo que se mueve.

No podemos decir que ese rostro agresivo y crispado del zapaterismo nos sorprenda: Zapatero se limita a mostrar su verdadero talante, del cual ha dado sobradas muestras a lo largo de estos cuatro años. Aunque sí que sorprende lo intenso de esa agresividad. ¿Trata el PSOE de movilizar a su electorado más radical? ¿O son sólo los nervios de alguien que ve que la situación se le va de las manos?

Los socios nacionalistas de Zapatero están, significativamente, dejando que sea el PSOE quien protagonice ese camino de crispación. Están tranquilos, porque se saben vencedores: incluso aunque bajaran en escaños en las próximas elecciones, Zapatero sólo podrá reeditar, como mucho, la exigua mayoría que ya posee, obtenida en medio de la conmoción provocada por unos atentados que el Gobierno Zapatero se ha negado a aclarar. Tienen, por tanto, la sartén por el mango. Les vendría bien, incluso, que Zapatero perdiera en número de escaños ante el PP. Un Zapatero todavía más débil sería una presa más fácil aún frente a la avalancha que se nos viene a todos encima.

En esas condiciones, lo natural sería que el PSOE neutralizara la amenaza tendiendo puentes hacia el partido de la oposición, pero hace mucho tiempo que el PSOE está secuestrado por una oligarquía que nada tiene que ver con ninguna de las siglas que componen su nombre. Zapatero es un prisionero voluntario, que a su vez ha convertido en rehenes a todos los integrantes de su base electoral.

Zapatero vuelve la cabeza, mirando hacia atrás con ira. Necesita encontrar a alguien a quien responsabilizar de sus propios fracasos: las víctimas del terrorismo que se niegan a ver cómo los asesinos de sus familias terminan triunfando, los obispos que se niegan a respaldar al partido que ha llevado a cabo la política más anticatólica de nuestra historia democrática, el Partido Popular que se niega a avalar la voladura de la Constitución... Todos los españoles son, en mayor o menor medida, potenciales culpables de que Zapatero no haya podido completar la gloriosa tarea histórica de perpetuar al PSOE en el poder, aunque fuera a costa de renunciar a la Nación, a la Constitución y a la Justicia.

Todos somos, por tanto, potenciales objetivos de las invectivas y descalificaciones de un Gobierno crispado y convulso. De un PSOE agresivo, que juega a la desesperada para volver a gobernar después del 9 de marzo, aunque sea en precario.

Así que hagan como yo y cómprense una careta de goma aprovechando las rebajas, porque de aquí a las elecciones nos va a llover de todo.

P.D.: Excelente el artículo de Federico en El Mundo de hoy: "Abducidos del 11-M".

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