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Maite Nolla

Atrapados en la Franja

A todos los efectos, Aragón y Cataluña no funcionan como dos comunidades autónomas, sino como dos Estados diferentes; estamos a un paso de la implantación de los checkpoint Montilla.

No, no les voy a hablar de Oriente Medio, y es que para decir que Israel ha convertido Gaza en un campo de concentración sin que se te mueva un pelo ya está Iñaki Gabilondo, aunque su caso sea atribuible al consumo desmedido de Elnett, la laca de las estrellas,y para decir que una manifestación contra Israel es como una manifestación contra el terrorismo ya está JoanSaura.

Yo les quería traer a mi terreno, nunca mejor dicho, y hacerles partícipes de una agria polémica que se ha suscitado esta semana en Lérida y en lo que se conoce como la Franja de Poniente. En realidad, lo que les contaré seguidamente afecta a una serie de municipios de Aragón que lindan con la provincia de Lérida y que van desde Mequinenza y sus siluros –una especie de monstruos marinos, mejor dicho, fluviales, muy apreciados por los pescadores alemanes y descritos en el libro de Arcadi Espada, Ebro/Orbe– hasta la Ribagorza y la Litera, pasando por Fraga, Binéfar, Monzón, Tamarite o Zaidín –un saludo para Jesús, que sé que lee Libertad Digital–.

Pues bien, pese a que para muchos de los habitantes de esa zona de Aragón que linda con Cataluña es preferible acudir a Lérida, que es la capital de provincia que les queda más cerca, esta semana se hizo público que la consejera socialista de la Generalitat, Marina Geli, había enviado una circular a los médicos de Lérida para que deriven a los enfermos de la Franja a hospitales de Aragón. Además, se ha sabido que pretende exigir al Gobierno socialista de Aragón el pago de los servicios médicos prestados a los aragoneses que han sido atendidos en Cataluña. Es decir, que no quiere que en Cataluña se atienda a los pacientes de la Franja y quiere que Aragón pague las facturas devengadas hasta la fecha.

La otra cara de la noticia es que el presidente socialista de Aragón, Marcelino Iglesias, ha ordenado que no se deriven enfermos aragoneses a hospitales de Cataluña para no tener que pagar el servicio a Cataluña. ¿Qué tal? ¿Qué cuerpo se les ha quedado? El socialista-nacionalista cordobés, José Montilla, exigiendo al socialismo aragonés el pago del servicio médico. ¡A Marcelino Iglesias, con el esfuerzo que ha hecho por parecer más catalán que aragonés! Si esto prospera, a la familia de Durán i Lleida, de Alcampell, comarca de la Litera, deberán atenderla en Zaragoza o en Huesca –a más de cien kilómetros del pueblo– y no en Lérida –a unos cuarenta, aproximadamente–.

Por lo visto, existe un convenio de asistencia sanitaria que, en teoría, garantiza que lo que les he contado no tuviera que suceder pero ahora ni unos ni otros están dispuestos a cumplirlo.

A todos los efectos, Aragón y Cataluña no funcionan como dos comunidades autónomas, sino como dos Estados diferentes; estamos a un paso de la implantación de los checkpoint Montilla. En algún momento, el sistema de fragmentación del Estado iba a presentar alguna grieta o, mejor dicho, alguna sima, que en nuestro caso es un auténtico cañón del Colorado.

Igual que no podemos tener diecisiete modelos educativos, tampoco podemos tener diecisiete sistemas de salud sin hacer el ridículo y sin perjudicar a las personas de carne y hueso. Estaría bien que España empiece a ser una nación de personas y no una unión de comunidades autónomas. Aquí pasan por delante de ellas las competencias, los fueros y los derechos históricos. Las personas primero, por favor.

En España

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