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Mark Steyn

Vivienda, Iglesia y Estado

Estoy a favor de un libre mercado religioso y un libre mercado inmobiliario, pero está por ver que algún candidato demuestre un claro compromiso con ambos.

Hace dos semanas, la administración Bush decidió "congelar" los tipos de interés de cierto tipo de hipotecas durante cinco años. Probablemente haya oído cosas sobre las hipotecas subprime, el gran número de embargos por impago, etc. Nunca es divertido que un banco ejecute una hipoteca. Así que ahora el Gobierno ha entrado en escena diciendo que, si usted pertenece a una categoría particular de Hipoteca de Tipo Variable (ARM, en la jerga) y le preocupa que esté variando demasiado, no se preocupe: el Estado niñera está a punto de colocarla nuevamente en donde le resulte más cómodo. Por obra y gracia del secretario de Hacienda, su Hipoteca de Tipo Variable será en adelante una Hipoteca de Tipo Variable Fijo. Estas nuevas UNARM extenderán su bálsamo curativo por todo el país hasta que sea lo bastante seguro que el "mercado" inmobiliario se exponga una vez más a las fuerzas del mercado.

El Gobierno, de hecho, ha anulado los términos de un contrato legal mutuamente acordado entre dos partes, prestamista y prestatario, los señores Pepe y María y el Banco de Algunsitio. Este es un acto bastante notable viniendo de una administración "conservadora". Que el Gobierno dicte un aprobado general sin examen tanto a las entidades financieras como a los deudores no parece una maniobra inteligente para los mercados crediticios norteamericanos, para el mercado inmobiliario, para los prestatarios responsables, para los futuros propietarios de vivienda o para el contribuyente estatal y municipal cuyos gobiernos están siendo instados por Washington a sacarles las castañas del fuego a los "propietarios" emitiendo deuda libre de impuestos. Los demócratas lamentan la falta de "vivienda asequible" al tiempo que exigen que el Gobierno rescate a los "propietarios" de casas con hipotecas insostenibles. Pero salvarlos impide que bajen los precios: el principal beneficio de una corrección de la burbuja inmobiliaria es, después de todo, la repentina disponibilidad de mucha más "vivienda asequible".

Uno de los grandes pilares de los Estados Unidos es que, en comparación con otras naciones desarrolladas, el mercado inmobiliario no padece de una especulación brutal. La mayoría nos compramos una casa y ésta aumenta razonablemente su valor, pero no espectacularmente. En Gran Bretaña, en cambio, compras un entresuelo en un tugurio por un cuarto de millón de libras, instalas una trampilla para el gato en la puerta trasera y lo vendes como "completamente remodelado" por medio millón. Con frecuencia escribo sobre el declive demográfico en Europa –la falta de hijos–, pero gran parte de ese problema es debido a la falta de espacio. Si estás viviendo en un pequeño apartamento, como hacen muchos alemanes, ¿de verdad quieres que tres niños te acaparen todo el espacio? Estados Unidos es uno de los lugares más baratos del mundo desarrollado para comprar una casa de cuatro habitaciones en una parcela de 4.000 metros cuadrados. Hace unos cuantos años, vi que una residencia de tres habitaciones con aire acondicionado en Crawford, Texas, costaba 30.000 dólares, pero si incluso eso le parece mucho puede hacerse con un par de acres y un chalet prefabricado de una sola planta por la quinta parte. Y un izquierdista bastante amargado me dijo: "Bueno, ¿qué esperabas? Bush se muda aquí y el barrio se resiente". Bueno, si ése es el caso, cabría pensar que ahora estaría aplicando el Efecto Crawford y deprimiendo el mercado inmobiliario de toda la nación en lugar de obstaculizar artificialmente su funcionamiento.

De todos modos, tampoco hay que exagerar las acciones de la administración: en Zimbabwe, el Gobierno te quita tu propiedad; en los Estados Unidos, el gobierno te quita tu contrato de propiedad para devolvértelo después bien mullidito y cómodo. Pero sigue siendo una maniobra muy curiosa.

Aún así, no parece que ninguno de los candidatos de la campaña electoral esté muy molesto con esto. Reflexionando sobre ciertas intromisiones del Estado debatidas por los candidatos de ambos partidos, Fred Thompson dijo el otro día: "No creo que la principal responsabilidad del Gobierno federal sea decirnos lo que tenemos que comer". Aparentemente tampoco es la principal responsabilidad del Gobierno federal decirnos que apechuguemos, que es lo que propuso Michelle Malkin como plan alternativo para los propietarios con problemas con su hipoteca. "La verdad es que tenemos un montón de información – continuó el senador Thompson –, pero muchas veces no tenemos la suficiente fuerza de voluntad, y no sé de ninguna medida del Gobierno que vaya a proporcionárnosla."

No parece haber muchos partidarios del Gobierno limitado en las tribunas en esta temporada electoral. Muchos expertos nos informaron de que éste sería el año en el que la derecha cristiana sería políticamente anulada: nominar a Rudy Giuliani (candidato favorable al aborto positivamente chiraquiano en sus costumbres sexuales y en la financiación pública de las mismas) sacaría fuera del juego a la derecha religiosa. En cambio, los evangélicos encontraron un candidato, desestabilizaron la campaña y hemos pasado las últimas semanas hablando exclusivamente de religión. La declaración de Mike Huckabee en sus anuncios en Iowa de que es el "líder cristiano" parece un golpe apenas camuflado al mormonismo de Mitt Romney, y el gran discurso de éste fue su propio intento por zanjar de una vez por todas la cuestión mormona.

En lo que a los cristianos conservadores se refiere, el gobernador Huckabee es obviamente un cristiano sincero. Pero no parece ser conservador, no si se examina su historial en política nacional. En cuanto al gobernador Romney, uno de los pasajes más interesantes de su discurso fue su comparación de la religión de Estados Unidos con la de Europa: "No estoy seguro de que apreciemos por completo las profundas consecuencias de nuestra tradición de libertad religiosa", dijo. "He visitado muchas de las magníficas catedrales de Europa. Son tan impresionantes... tan magníficas... están tan vacías. Construidas durante las vidas de varias generaciones hace mucho tiempo, muchas de ellas sobreviven ahora como fondo de postal para sociedades demasiado ocupadas o demasiado 'ilustradas' para aventurarse en el interior y arrodillarse en oración. El establecimiento de religiones de estado en Europa no favoreció a sus iglesias."

Y eso es muy cierto. Como demuestra Estados Unidos, la fe prospera en el libre mercado. En Europa, la iglesia establecida, ya sea formal (la Iglesia de Inglaterra) o informal (como la Italia o la España católicas) ha destruido la religión del mismo modo en que la propiedad pública se cargó la industria automovilística británica. Cuando la iglesia episcopaliana degenera en un sentimentalismo acobardado y relativista, los americanos pueden acudir a cualquier otra. Cuando la Iglesia de Inglaterra sufre un declive similar, los británicos abandonan por completo la religión.

En lugar de una confesión estatal, Europa cree en el Estado como religión, el todopoderoso benefactor caritativo del Estado del Bienestar, que provee de la cuna hasta la tumba. "La libertad necesita religión", dijo Mitt Romney, y se esté de acuerdo o no, en Europa la ampliación del Estado ha conducido naturalmente a una reducción de la religión, un punto sobre el que el gobernador Huckabee podría querer reflexionar. Preferiría que hablásemos menos de religión en Estados Unidos (que puede cuidarse ella misma) y más de Gobierno, que parece estar moviéndose en una dirección alarmantemente europea, con republicanos y demócratas limitándose a discrepar sobre la velocidad a la que llegaremos. Y, sin embargo, ambas cosas están explícitamente vinculadas. El declive religioso de Europa se deriva en gran parte de la usurpación y anexión por parte del Estado de muchas de las demás estructuras de apoyo de la sociedad, incluyendo la iglesia. Estoy a favor de un libre mercado religioso y un libre mercado inmobiliario, pero está por ver que algún candidato demuestre un claro compromiso con ambos.

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