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Martín Krause

Los parásitos y la economía argentina

Según Carlos Marx, el conflicto entre clases sociales explica la evolución histórica. Aunque Marx y Engels erraron acerca de las clases a tomar en cuenta, en la Argentina el análisis marxista se aproxima algo a la realidad. El enfrentamiento aquí es entre aquellos que tienen una actividad productiva (y esto incluye tanto a obreros como empresarios y empleados públicos cuyos servicios los clientes estarían dispuestos a pagar) contra aquellos que viven de la actividad productiva de los primeros, o sea los empleados públicos que no brindan un servicio que los contribuyentes estarían dispuestos a pagar. Esa es la clase parasitaria
.
En el primero de los campos tenemos a casi toda la actividad del sector privado (salvo la que es el resultado del subsidio gubernamental), el cual se ve abrumado por el alto nivel de presión impositiva, por el nivel de las tasas de interés que paga la deuda del estado, lo cual eleva las tasas que pagan las actividades productivas por las elevadas retenciones de cargas sociales sobre los salarios y el altísimo desempleo.

En el campo parasitario tenemos a los funcionarios políticos y empleados públicos que brindan servicios que la gente no valora y no estaría dispuesta a pagar si pudiese influir en la distribución del gasto público.

Curiosamente, este segundo grupo improductivo goza de ingresos mayores que el primero: un estudio ha determinado que los principales beneficiarios del gasto público provincial “pertenecen a los sectores de mayores ingresos de cada provincia... menos de 10% de los empleados públicos en las provincias pertenece a hogares del 20% más pobre. En el tramo más alto, por el contrario, se concentra 30% del empleo público y si se consideran los dos tramos más altos, la proporción se eleva a 55%”.

La biología ha estudiado numerosos casos en los cuales un parásito convive con otro ser vivo en forma tranquila y normal, incluso hay casos donde la presencia del parásito cumple una función útil para la reproducción del primero. Pero en el ámbito social todo “servicio” útil se paga y se obtiene, mientras que el parasitismo puede sobrevivir por cierto tiempo y luego comienza a matar al ser del que está viviendo.

La realidad es que el sector productivo en la Argentina está muriendo, desangrado por el parásito. Como con otros fenómenos de este tipo, si el parásito no modera su accionar corre el peligro de morir con quien le da de comer y cuando vea tan debilitado a su víctima tal vez se dé cuenta que le conviene dejarlo recuperar. Habrá que ver si no es demasiado tarde y si el parásito aprende la lección: aquella que dice que le conviene convivir con alguien fuerte y poderoso del cual podría servirse mejor.

Por ahora eso no sucede, el sector improductivo defiende con uñas y dientes su derecho a extraer recursos del sector productivo e inconscientemente genera el peligro de liquidarlo.

©AIPE

Martín Krause es Corresponsal de la agencia de prensa AIPE en Buenos Aires.

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