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Max Boot

Cómo librar una auténtica guerra contra el ISIS

Tenemos que seguir una doble estrategia para movilizar y apoyar un levantamiento suní.

¿Al fin ha terminado este simulacro de guerra?

Ésa es la cuestión más inmediata que afrontamos tras los terribles atentados de París, que causaron la muerte de más de 127 personas. A su vez, esos atentados se han producido poco después de la explosión de un avión de la compañía rusa Metrojet que realizaba un vuelo procedente de Sharm al Sheik, en la que murieron 224 personas, y tras unos atentados suicidas en los que murieron al menos 41 personas en Beirut y 19 en Bagdad.

Hace más de un año, en agosto de 2014, el presidente Obama reconoció que el ISIS suponía una amenaza real que iba en aumento. Como represalia por las decapitaciones televisadas de rehenes estadounidenses lanzó una errática campaña de bombardeos contra el Estado Islámicoy envió 3.400 asesores a Irak para ayudar a las Fuerzas de Seguridad locales a combatir al grupo terrorista. Más recientemente, Obama anunció el envío a Siria de 50 miembros de las Fuerzas Especiales para colaborar con los combatientes kurdos. Su objetivo, según anunció, era "desgastar y en última instancia destruir" al ISIS.

Pero la naturaleza extraordinariamente limitada de la respuesta estadounidense dejó claro que tenía otro objetivo en mente: es obvio que el presidente pretendía en realidad contener al ISIS, no destruirlo. Obama vino a reconocerlo el viernes en una entrevista particularmente inoportuna en la que afirmó que su objetivo se estaba logrando, que el ISIL estaba siendocontenido. Y tan sólo unas horas después los terroristas yihadistas empezaban a arrasar París. Si esto es contención, no es un objetivo con el que podamos vivir. Literalmente. Necesitamos hacer retroceder, no contener.

Mientras el Estado Islámico siga administrando un califato (un Estado funcional), seguirá sirviendo de inspiración y campo de prácticas a los yihadistas de todo el mundo, incluido un relevante número procedente de Europa y Estados Unidos. El hecho de que este año París haya sido víctima de terribles atentados en dos ocasiones (el ataque a Charlie Hebdo fue en enero) demuestra lo que todos ya saben: que es imposible detener el terrorismo con una estrategia puramente defensiva. En realidad los franceses cuentan con una sólida seguridad interna con una amplia capacidad de vigilancia. Pero ni siquiera ellos pudieron impedir estos atentados. Estamos engañándonos a nosotros mismos si creemos que Estados Unidos va a ser más inmune a semejantes ataques.

La única forma de reducir la amenaza es pasar a la ofensiva, acabar con esta guerra de pega e iniciar una de verdad contra el ISIS. ¿Cómo debería ser la estrategia de esa guerra de verdad? Deberíamos inspirarnos en lo sucedido tras el 11-S. Recordemos que Estados Unidos no llevó a cabo una invasión masiva convencional de Afganistán: enviamos un grupo relativamente reducido de efectivos de las Fuerzas Especiales y de agentes paramilitares de la CIA, respaldado por una gran fuerza aérea, para que colaborara con la Alianza del Norte en el derrocamiento de los talibanes.

Sí, desde luego que hoy resulta mucho más difícil llevar a la práctica esta estrategia y requiere un mayor compromiso por parte de Estados Unidos, ya que ni en Irak ni en Siria existe una fuerza preparada, como la Alianza del Norte, que esté lista para marchar sobre los bastiones del ISIS. Así que nuestro objetivo debería ser crear dicha fuerza con una iniciativa decidida para movilizar a los suníes en Irak y en Siria contra el Estado Islámico. No lo hemos hecho aún porque el presidente Obama ha estado demasiado ocupado flirteando con Irán, al que los suníes, con razón, consideran su enemigo. En vez de aferrarse a la ilusión de que podemos hacer causa común con los mulás para luchar contra el ISIS, tenemos que seguir una doble estrategia para movilizar y apoyar un levantamiento suní.

La primera vía de dicha doble estrategia es militar: aumentar nuestra fuerza militar en Irak,actualmente inadecuada. Probablemente necesitemos al menos 20.000 efectivos, que precisarán de unas directrices de combate mucho más permisivas que les permitan salir de sus bases para solicitar ataques aéreos y guiar más efectivamente a las fuerzas locales que luchan contra el ISIS. Fuerzas especiales de élite como la Delta Force y el Seal Team Six tendrán que empezar a atacar a los líderes del Estado Islámico directa y regularmente. Puede que también tengamos que desplegar sobre el terreno unidades de combate, al menos unas cuantas brigadas, para que encabecen un asalto a los bastiones del ISIS. Si aumentamos nuestra implicación, es probable que nuestros aliados también lo hagan, con los ahora enfurecidos franceses a la cabeza.

La segunda vía es política: una iniciativa diplomática para crear un Gobierno regional suní, similar al Gobierno Regional Kurdo, protegido por una nueva milicia de los Hijos de Irak y respaldado por las garantías de seguridad norteamericanas. Ello daría a los suníes un motivo para combatir al ISIS: sabrían que no estarían limitándose a cambiar la tiranía de Irán por la del Estado Islámico. La nueva región suní debería estar de acuerdo en seguir formando parte de Irak y en compartir sus recursos hídricos con el resto del país a cambio de seguir recibiendo una parte justa de los ingresos procedentes del petróleo.

Puede que todo esto parezca una tarea titánica, pero ambas vías podrán complementarse: cuanto más nos impliquemos militarmente, más influencia tendremos en la política iraquí y más credibilidad tendremos ante los suníes. Y cuanto más hagamos por volver a los suníes políticamente en contra del ISIS, más compañeros efectivos tendrán nuestros efectivos sobre el terreno. No sólo tenemos que colaborar con fuerzas de seguridad iraquíes selectas, que no se hayan visto completamente comprometidas por radicales chiíes, sino, y lo que es más importante, con las milicias tribales suníes, con las milicias kurdas y con otras fuerzas dispuestas a luchar contra el Estado Islámico.

Puede que no sean más que ilusiones por mi parte. Lo más probable es que el presidente Obama ni siquiera ahora esté dispuesto a llegar tan lejos para combatir al ISIS. De ser así, la guerra de pega continuará y el número de víctimas del Estado Islámico seguirá creciendo.

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