A veces las mentiras más elaboradas caen por un simple detalle que las derriba como un castillo de naipes. Así la ley de la falsificación histórica.
García Atadell, socialista de rango intermedio, fue el paradigma del chequista, un modelo para los miles de ellos que ahora presenta el gobierno en su ley como luchadores por la libertad víctimas del franquismo, al lado de personas inocentes como Peiró o Besteiro, a quienes sí se puede considerar víctimas. García Atadell robó, torturó y asesinó a mansalva, y la prensa le felicitaba por su enérgica labor, pero cometió la equivocación de marcharse a Francia con el producto de sus expolios en lugar de compartirlo con sus jefes, y de ahí vino su desgracia.
Para el gobierno, los miles de García Atadell, como los asesinos etarras, son héroes de la libertad, víctimas de "leyes injustas", etc. Lo cual solo quiere decir que se identifica con ellos, intentando blanquearlos fraudulentamente con las víctimas inocentes, que también las hubo.
La vocación atadelliana del PSOE –no de todo él, pero sí de su sector dominante– la hemos visto en su pasmosa corrupción, en su terrorismo desde el poder, en sus ataques a las víctimas del terrorismo, en su colaboración con la ETA y los separatistas contra la Constitución y la unidad de España… Es preciso recordar constantemente estos datos porque, si no, esta gente seguirá ganando la partida.
Queda el hecho asombroso e irrebatible: los herederos de García Atadell hacen las leyes hoy en España. Ni más ni menos.
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Rectificaciones
Me dice una persona ligada al PP que mi comentario sobre la actitud de su partido en relación con el himno "andaluz" es un completo error, pues se trataba de una broma para dejar descolocado al PSOE. ¿Fue así? No estoy muy convencido, pero ojalá me equivoque. Realmente Rocío Jurado tiene más relevancia para Andalucía que Blas Infante, y el humor sirve mejor en cuestiones en que la discusión intelectual es perder el tiempo.
Otra rectificación necesaria: me dice Cristina Losada que interpreté mal sus palabras sobre su conversación con Ignacio Sánchez Cámara, pues este en ningún momento dijo que algunos fuéramos extremistas o no fiables, sino solo que conservábamos la vehemencia de nuestros años mozos, sin entrar en si ello convenía o no. Así pues, ha sido un error de interpretación por mi parte, peligro propio de charlas informales que pueden ser, no obstante significativas. Mis excusas a Cristina y a Sánchez Cámara.
Queda, desde luego, el fondo de la cuestión, el señoritismo derechista:
"En realidad, Pedro Jota no hacía sino aplicar la doctrina Aznar al llegar a la Moncloa, que era la de separarse ostensiblemente de los que, en palabras del portavoz Rodríguez, "os habéis significado demasiado". "Significarse" en la neojerga monclovita quería decir que habíamos arrostrado durante años la persecución personal y el despido laboral por una razón básicamente ética: facilitar una alternativa democrática a la corrupción y el despotismo felipistas. Razón y ética que los dirigentes del PP dijeron compartir con nosotros hasta el mismo momento de llegar al Poder, ni un minuto más. Pero al discriminarme con respecto a los demás columnistas de forma tan grosera y lesiva para la imagen del periódico, lo que hacía Pedro era precisamente significarse a favor de Aznar y la nueva doctrina del PP, la del centrismo incoloro, inodoro e insípido, la disolución de la "comandita" que Cebrián llamaba el "Sindicato del Crimen". Creo no malinterpretar la razón principal de ese desvío: que no se notara que el más "significado" a favor de Aznar hasta el 96 había sido… Pedro Jota. Si la factura de ese distanciamiento de sí mismo a mi costa resultó estéticamente deplorable, supongo que el resultado acabaría siendo satisfactorio…" FJL, De la noche a la mañana, p. 103.