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Presente y pasado

Qué es la rebelión cívica

Ciertamente hay motivos para rebelarse frente a un gobierno ilegítimo. Existe rebelión cívica cuando se crea una emisora como Es-radio, o un periódico como LD, o asociaciones como Hazte oír, Galicia Bilingüe, y tantas otras al margen de los partidos; cuando se denuncian ante el juzgado algunas actuaciones del gobierno, se monta una emisora, aunque sea pequeña y local, se difunden escritos de protesta y denuncia, se arrojan en las Cortes rosas blancas manchadas de rojo, se convocan manifestaciones mayores o menores, se recogen firmas de protesta, se acude a esas manifestaciones, se abuchea la presencia de determinados sinvergüenzas del gobierno o de la oposición, se informa a la gente que cada cual tiene alrededor; cuando se agita como lo hace Enrique de Diego –aunque en otros terrenos diga muchas tonterías–, cuando se utiliza Internet, You tube, cartas a la prensa y tantos otros medios para crear opinión pública; en fin, cuando se utilizan las posibilidades legales y, con un poco de imaginación, otras muchas que, sin ser del todo legales, tampoco son ilegales (piénsese, por ejemplo, en cómo han desafiado siempre la ley las izquierdas en sus campañas ecologistas, abortistas y similares).

Cuando, con mil excusas, se prefieren las lamentaciones y la pasividad, se encuentra todo inútil o insuficiente y se utiliza la imaginación para justificar la inactividad; cuando se espera un milagro o un golpe militar, no existe, desde luego, la menor rebelión cívica. Al contrario, esa actitud resulta, en la práctica, la mejor ayuda al gobierno y a su "oposición".

La rebelión no puede ser simplemente negativa, ha de tener un objetivo y un programa. El objetivo solo puede ser la regeneración democrática y la defensa de la unidad de España. Cierto que hay quienes dicen defender la unidad y se oponen a la democracia (al mismo tiempo son muy pasivos e ineficaces, por suerte). Nada puede venir mejor a los enemigos de España que dejar en sus manos la bandera de la democracia.

En adelante, y con vistas a contribuir a esa rebelión, trataré en el blog, brevemente, alguna cuestión durante una semana y desde diversos puntos de vista, siempre con la invitación de los lectores a difundirlo con la mayor amplitud posible y a crear asociaciones. Esta semana trataré, precisamente, la rebelión cívica.

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**** Quienes critican la democracia liberal desde la izquierda, afirman que las libertades son meros recursos "formales" cuyo contenido es el poder real de los capitalistas y la explotación de los pobres. Desde la derecha se las critica porque supuestamente relativizarían la verdad, anulándola y equiparándola a la falsedad. Las dos críticas coinciden en la supuesta existencia de una élite más o menos oculta y todopoderosa que decide sobre los sucesos, tanto los que parecen una cosa como los que parecen la contraria. En el fondo, esos críticos sí quisieran detentar un poder absoluto, desde el cual, naturalmente, suprimirían tan "engañosas" libertades.

**** Otra crítica falsa a la democracia supone que esta consiste en que la mayoría elija al oncólogo, pudiendo optar por el doctor Montes. Es posible, desde luego, que la mayoría elija a un tipo nefasto, solo hay que ver lo ocurrido en España. Pero los sistemas no democráticos están regidos la mayor parte de las veces por personajes nefastos, y no por cuatro años, sino por toda la vida del tirano, a menos que se les eche violentamente, porque generalmente no hay otro remedio, ya que no permiten las libertades de expresión y asociación. Pero la tiranía siempre ha tenido muchos partidarios entre quienes aspiran a beneficiarse de su aparato de poder (les cuesta imaginarse en el papel de tiranizados).

**** La Iglesia llamó a colaborar con la república, incluso el cardenal Segura: en su pastoral del 1 de mayo de 1931 pedía "respeto y obediencia" a las nuevas autoridades. Y el día 9, los arzobispos insistieron, en carta colectiva, en que los católicos debían acatar la república. La respuesta, el día 11, fue el comienzo de la oleada de incendios de iglesias, bibliotecas y centros de enseñanza por las izquierdas (Los personajes de la república vistos por ellos mismos, p. 192 y ss)

Sobre que la Iglesia "se desentendía" de los pobres, baste recordar el enorme aparato de beneficencia, hospitales, orfanatos, etc., en un tiempo en que no existía seguridad social. El "desprestigio" de la Iglesia provenía de la activísima y permanente propaganda anticristiana de la izquierda, de sus excitaciones a la violencia y de la pretensión marxista y anarquista de que la "ideología" cristiana lo único que hacía era apuntalar la "explotación capitalista". Todos esos salvadores de los obreros y de los pobres han sido la mayor plaga que ha caído sobre estos, a quienes, cuando han llegado al poder, han privado de derechos y sometido al racionamiento.

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