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Presente y pasado

Unas consideraciones sobre el cristianismo

El relato evangélico es de un extremo dramatismo. La aversión despertada por Jesús fue tal que unió contra él a fariseos y saduceos. Éstos, valiéndose de la traición de Judas, uno de los discípulos de Jesús, le prendieron en Jerusalén, lo maltrataron y acusaron de blasfemia a fin de justificar su ejecución. Pero como este cargo no interesaba a las autoridades romanas, únicas que podían condenar a muerte (principio no siempre cumplido), los acusadores urdieron el argumento de que, al declararse mesías, atentaba contra el poder romano, dando al título de mesías un carácter político tradicional, que en realidad Jesús rechazaba, como ellos sabían. Lo presentaron así ante el gobernador romano, Pilato o Pilatos, la autoridad real al lado o por encima del rey colaboracionista Herodes Agripa. Pilatos no halló a Jesús culpable, pero ante la furia e insistencia de los sacerdotes y la multitud soliviantada por ellos, optó por darles a elegir entre liberar a Jesús o a un bandido o rebelde llamado Barrabás. Los sacerdotes y la multitud exigieron liberar a Barrabás, y entonces Pilatos se lavó las manos, en señal de inocencia por lo que iba a venir, pero aceptando la condena del reo.

Jesús, que ya había sido brutalmente maltratado por soldados romanos recibió sentencia de crucifixión, una ejecución extremadamente cruel, lenta y afrentosa, al parecer de origen persa y que habían adoptado los romanos de los cartagineses. El reo fue azotado y cubierto con un manto rojo, coronado de espinas y obligado a sostener en la mano una caña a modo de cetro, entre golpes y burlas. A continuación hubo de llevar la cruz a cuestas, pese a su debilidad y pérdida de sangre, hasta el lugar de la ejecución, sobre un montículo llamado Gólgota (o de la Calavera, por su forma). Allí fue crucificado entre dos ladrones y bajo un cartel que lo proclamaba "Rey de los judíos" (INRI) por burla o, según otra versión, por exponer la causa legal de la ejecución. Según la tradición, tenía 33 años al morir.

Hasta aquí, el relato se expone a la crítica historiográfica (dejando aparte los milagros que acompañaron la predicación, materia de creencia). La vida de Jesús es conocida por los Evangelios, cuatro admitidos por la Iglesia. En pro de su posible falsedad se han argüido discrepancias entre ellos, y la tardía composición de los mismos (poco tardía: entre 35 y 60 años después de la crucifixión, posiblemente anterior alguno de ellos), y la casi inexistente referencia a Jesús en testimonios e historias no cristianos. Sin embargo las discrepancias entre los evangelios tienen relevancia menor y se explican por el previo carácter oral de la tradición: lo anormal sería que coincidiesen plenamente. La considerable distancia entre el evangelio de Juan y los demás puede interpretarse como diferencia, más bien que discrepancia, al menos en puntos esenciales. La escasez de otras referencias contemporáneas es normal: dentro de la vida del imperio se trataba de unos hechos poco relevantes, periféricos con respecto a los centros de poder y cultura, sin contar la pérdida de gran cantidad de documentación de aquellos siglos: las referencias a hechos y personajes de la Antigüedad, de quienes tenemos pocas dudas, provienen en su mayoría de documentos mucho más tardíos, transcritos –es de esperar que no inventados– ya en la Edad Media. Los evangelios ofrecen –exceptuando actos sobrenaturales– un panorama vívido de la época y el país, muy reconocible por cuanto sabemos al respecto, lo que aboga en pro de su básica fidelidad histórica. Suena muy improbable la idea de un grupo de estafadores poniéndose de acuerdo para inventar una leyenda semejante, de la que no iban a sacar ningún rendimiento material, más bien al contrario.

En aquel momento, la predicación de Jesús terminó en un fracaso degradante, los escasos discípulos, desconcertados y atemorizados, empezaron a dispersarse, y allí debió haber concluido todo. Pero según el relato evangélico que, obviamente, no entra en el terreno histórico sino en el de la fe, Jesús, el Mesías o Cristo, resucitaría al tercer día, se presentaría a María Magdalena y a otras mujeres discípulas suyas y luego a los discípulos. La resurrección significaba la victoria sobre el Mal. A partir de ahí comienza la expansión de la nueva doctrina, reafirmada y sistematizada por un apóstol algo posterior, Pablo de Tarso, originariamente un fariseo fanático y perseguidor de los cristianos, que no había conocido a Jesús.

Lo nuevo de la doctrina de Jesús, según quedó indicado, consistía en la autoatribución del carácter divino, como Hijo de Dios. Como tal, su peripecia en la vida asumía los pecados de los hombres, condensados en el castigo y la crucifixión injustamente impuestas, y con ello los redimía del pecado original de Adán y Eva, constitutivo de la humanidad; una redención difícil de interpretar, porque las consecuencias de dicho pecado persistían, y quizá Jesús mostraba solo el camino para superarlas. Aportaba la "salvación", una salvación espiritual y universal, no ya política y limitada al pueblo judío, como pronto se establecería. No era una doctrina sentimental, sin embargo, pues Jesús admitía que sus prédicas desatarían la violencia, en aparente paradoja: "No he venido a traer la paz, sino la espada, porque yo he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y la nuera de su suegra..." (Mateo, 10, 34). Por la espada cabría entender su doctrina, difícilmente aceptada y a menudo violentamente rechazada.

Tanto el relato fundacional como el personaje fundador difieren grandemente de los de otras grandes religiones hoy todavía existentes –salvo en el hecho de que su gran éxito ocurre en todas tras la muerte del fundador–. Ningún otro creador de una religión parece haberse presentado como hijo de Dios, y su predicación tampoco adquirió, ni de lejos, el carácter trágico de la de Jesucristo ni provocó reacciones tan extremas en sus medios sociales y políticos. Sidarta o Sidharta, príncipe de origen nepalí, anterior a Jesús en más de cinco siglos, aunque con una historia abundante en milagros, se proclamó o fue proclamado solamente Buda, es decir "Despierto" o "Iluminado", o "Sabio". Abandonó sus riquezas, esposa e hijo, para alcanzar la iluminación viviendo ascéticamente como un mendigo, predicó con relativo éxito y sin especiales problemas por parte de los poderes políticos, murió a los 80 años, de alguna indigestión o intoxicación, y su doctrina cobraría gran impulso, sobre todo desde que Asoka la convirtió prácticamente en religión oficial. Confucio, contemporáneo de Buda en China, fue un funcionario sin pretensión de otra cosa y tuvo altibajos en sus tentativas de que algún príncipe adoptara sus enseñanzas; pero gozó siempre de respeto como hombre sabio y justo, y falleció apaciblemente a los 72 años. Le decepcionó la actitud de sus contemporáneos, pero sus prédicas conocerían una aceptación muy grande cuando diversos gobernantes las entendieron como un instrumento excelente de orden y buen gobierno. La historia de Lao Tse, Viejo Maestro, acaso contemporáneo de Confucio o dos siglos posterior, entra en la leyenda y tampoco tiene paralelismo con la de Jesús: algo amargado por el poco eco de sus enseñanzas, saldría de China internándose en algún país bárbaro. Solo tras su desaparición conocerían el éxito sus doctrinas. El destino de Mahoma tampoco tuvo que ver con el de Jesús.

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Vía de la Plata

"Sr. Moa, he leído con sumo placer su Viaje por la Via de la Plata, y quiero señalarle dos cosas: en primer lugar, no entiendo cómo lo compara usted mismo con los libros de viaje de Cela, porque, aparte del recurso a "El viajero hace esto o lo otro", no tiene nada que ver con ellos. Usted presta atención a muchas cosas que a Cela le pasan desapercibidas, y viceversa. Otra cosa que me ha llamado la atención es la presencia de la muerte en su libro. No diré que una presencia obsesiva, pero sí muy frecuente, desde ese poema que usted incluye: "La inmensa fuerza quieta advierte a nuestros nervios/ de su destino ignoto, y siente el caminante/ la hostilidad de la tierra hacia su paso/ la futilidad de su paso por la tierra". No es un libro de un tipo muy corriente en nuestra literatura...

V. A. D.".

Cela tiene varios libros de viajes que a mi juicio no son muy buenos, excepto el Viaje a la Alcarria, que es una obra maestra. No me he inspirado en ellos, sino que el Viaje a la Alcarria me incitó a hacer viajes a pie. Y, sí, hay una presencia de la muerte, de diversos modos, en el libro, pero no sé cómo podría analizarla. En cierto modo, la muerte está presente siempre en los libros, aunque sea de forma muy escondida e implícita.

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**** Basagoiti: "no descarto apoyar a López" Cospedal denuncia que "a veces" el PSOE ha sido "más nacionalista" que el PNV
Cómo no va a apoyar Basa a López, al insigne destructor de la colaboración contra la ETA y miembro del partido cómplice de los asesinos. A quien no va a apoyar es a María San Gil, a ella ha contribuido a hundirla. ¿Y por qué, Cospe, el PSOE ha sido y es más nacionalista que el PNV o que CiU y la Esquerra? Por la misma razón que vosotros sois más progres que Zapo. Ahí tienen la "alternativa" a Zapo.


**** "Según desvela La Razón, Sáenz de Santamaría recupera a Acebes y Pizarro". Es la pura política de Zapo. Espero que Acebes, Mayor Oreja y los demás no se dejen utilizar por los bergantes futuristas. Rajoy y los suyos han destruido la oposición en España, redondeando el daño que Zapo ha hecho a la democracia, y si aceptaran no les quedaría más remedio que colaborar en la farsa, ayudando a los futuristas a salvar los muebles. ¿Además de cornudos apaleados? Mucho peor: además de cornudos, pagados. Pagados, además, por Soraya: ¿podría caerse más bajo?


**** "De la Vega pide construir "una globalización ética" frente al cambio climático". Pocas veces se ha visto a una personaja (femenino de personaje, que diría la analfabeta Aido. Jóvena ya no se la puede llamar) que tan asiduamente insulte la inteligencia y la decencia: la ética de los ciento y pico años de honradez. De la colaboración con los asesinos. De los chekistas. La ética de la Trola, el Choriceo y el Puterío. La ética del cambio climático.


**** "Un retrato de Txeroki abre una marcha proetarra en apoyo a los presos de ETA. Ibarreche permite el acto". Normal. Entre gangsters, se entiende.

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