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Roger Bate

Mala información y medicinas falsas

Además del susto de la guerra en Irak, un nuevo virus mortal amenaza al mundo. Casos de Síndrome Respiratorio Severo Agudo (SARS, por sus iniciales en inglés) fueron inicialmente detectados en China y varios pasajeros de aviones se han contagiado, luego de hacer escala en Hong Kong. Se han reportado diez muertos y casos en Canadá, Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos.

Según el Wall Street Journal, hace cuatro meses se obtuvieron las primeras indicaciones de la gravedad de la enfermedad, pero los funcionarios chinos esperaron hasta marzo para contactar a la Organización Mundial de la Salud. Esta no es la primera vez que China ha retenido este tipo de información, a un costo probablemente alto en vidas humanas. Tampoco se sabe mucho sobre que China es un centro de falsificación de productos farmacéuticos. Medicinas falsificadas contra la malaria y sida, lo mismo que viagra están apareciendo en las calles de países en desarrollo y hasta en varios países ricos, por lo que gente está muriendo.

La falsificación de medicinas se divide en dos categorías: placebos que no contienen ingredientes activos, fabricados en base a polvo de talco, y medicinas con ingredientes químicos peligrosos. Según el diario chino Schenzen, más de 192 mil chinos murieron por ingerir medicinas falsificadas en 2001.

El premier chino Zhu Rongjí no ha respondido a las preguntas sobre este tema en varias ruedas de prensa, incluyendo una donde yo estuve presente. Pero su gobierno niega categóricamente que se haya ignorado el problema y alega perseguir con severidad a los falsificadores. Mientras que la efectiva vigilancia evita que muera mucha gente por consumir medicinas chinas falsificadas en Estados Unidos y Europa, la situación es diferente en el resto del mundo.

La revista médica inglesa The Lancet informó de que en 2000 un tercio de las medicinas contra la malaria vendidas en Camboya, Laos, Myanmar (la antigua Birmania), Vietnam y Tailandia no contenían ningún ingrediente activo. La mayoría de esas supuestas medicinas provienen de China y son esos los países afectados por el más peligroso tipo de malaria (plasmodium falciparum), por lo que miles mueren cada año.

Las penas y multas por falsificar medicamentos son leves, mucho menores que por producir narcóticos ilegales, y por ello el crimen organizado en China se está dedicando a ese negocio tan lucrativo. Si las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud son correctas y el 8% del mercado de medicamentos son falsificaciones, se trata de un mercado de 30 mil millones de dólares al año.

En la China se han clausurado más de mil pequeñas fábricas en el último año y el gobierno está permitiendo que firmas privadas de seguridad, contratadas por laboratorios farmacéuticos occidentales cuyas patentes son violadas, procedan a investigar estas falsificaciones en territorio chino. Aún así, pocos casos van a juicio.

Los chinos deberían comprender que un mayor respeto por los derechos de propiedad intelectuales resultaría en mejor control sobre la falsificación de medicamentos y aumento en la transferencia de tecnologías e innovación, a medida que las empresas extranjeras incrementan sus inversiones en China.

© AIPE

Roger Bate es director de International Policy Network.

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