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Susana Moneo

El árbol no deja ver el bosque

No hay que perder la perspectiva. Mayor Oreja cometió un error y lo ha reconocido. Eso le honra ante los de fuera y ante su partido. Pero este hecho no tiene que tapar una realidad no por dura menos reconocible. El PNV ha sacado adelante “sus” presupuestos separatistas y excluyentes mediante una triquiñuela, mostrando así a quien no tenga una venda en los ojos que gobierna en minoría, que no cuenta con el apoyo mayoritario de los votantes y que necesita de otros para llevar adelante su proyecto soberanista. Y ya sabemos quiénes son esos otros.

Por eso es tiempo no de decir verdades, sino de reconocerlas. A los de Arzallus e Ibarreche se les está pidiendo que abandonen la ambigüedad, que expresen claramente esa voluntad, hasta ahora “de boquilla”, de luchar contra el terrorismo y su entorno. Ese afán verbal debe de ser demostrado con algo más que con una representación tras una pancarta. El puro teatro se nota cuando uno sale de la sala y las luces se apagan, cuando la realidad lo envuelve todo.

Mayor Oreja se deslizó (¿quizá pecó de inocencia política?, ¿se puede considerar imperdonable a estas alturas?), los suyos no dieron la talla, pero el PSOE, por mucho que Caldera se empeñe, tampoco. Ni durante el pleno los del PSE, ni después los de Ferraz. Entre todos pudieron haber alargado la sesión. Tenían enfrente a unos filibusteros del tempo parlamentario y la maniobra del reglamento y no supieron valorarlo.

Pero eso no debe distraernos. Hay un comprometido proyecto para que los terroristas cumplan íntegramente sus penas. Ahí es donde el PNV se va a retratar. Lo demás es hojarasca para quemar en el olvido.

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