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Encarna Jiménez

Machos sin complejos

Con un título provocador se ha presentado esta semana en TVE la telenovela chilena “Machos”. La cadena pública aumenta así la dosis de culebrones en la sobremesa que tan bien le funcionan. Sin hacer otra cosa que poner juntas “Luna negra”, “Machos” y “Gata salvaje” llena un espacio, teóricamente infantil, en el que las producciones están recomendadas para mayores de 13 años. Sin duda esta es una contradicción y un incumplimiento de lo que mandan los cánones y algunas directivas de la televisión europea, pero ya se sabe que, aunque haya bazofia a horas improcedentes en las cadenas privadas, las públicas no se cortan a la hora de sacar provecho de lo que los telespectadores están dispuestos a consumir.
 
“Machos” se estrena una semana después de que Antena 3 pusiera en órbita la mediocre “Mi gorda bella” y, sin tanta alharaca, es posible que obtenga mejores resultados. El éxito que ha tenido en Chile le viene dado por la circunstancia de partir del protagonismo de un padre y siete hijos que se presentan con un aire “a lo Tarantino”, como los chicos de “Caiga quien caiga”, para moverse después con las leyes del culebrón.
           
Lo más significativo de la serie es que, entre tanta exageración de un padre severo y machista, toda la tensión dramática se centra en lo que supone que uno de los hijos no responda al esquema y salga homosexual. La palabra “maricón” es la que produce en la serie lo que se llama un pico de audiencia, así que se convertirá en el elemento recurrente de nada menos que 150 capítulos de casi una hora.
           
Como todas las teleseries que se importan de Iberoamérica, se venden aquí como si estuvieran revolucionando las leyes del género al introducir una clave irónica. Es difícil encontrar en qué consiste la ironía, porque, aunque han tenido el mérito de introducir algunos elementos que las ponen al día y consiguen convertirse en fenómenos sociológicos en sus países de procedencia, aquí no dejan de ser una variación más dentro de un paquete de telenovelas que tienen un gran parecido.
           
“Machos” tiene tantos guiños a la actualidad como a la tradición, juega con presentar un equipo de hombres de tomo y lomo que alimenta el voyeurismo femenino –quizá la clave del éxito– y no se priva de escenas subidas de tono. La familia Mercader, con sus siete hijos, cuyos nombres empiezan todos por A, ya se ha abierto un hueco en TVE para concluir, si no en boda, en componenda entre buenos y malos, dignos y ambiciosos, modernos y retrógrados, todos ligeros de ropa y de prejuicios. En resumen, la propuesta más edificante que se le ha ocurrido a la televisión pública para emitir a la hora de la salida del colegio.
 

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