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Carlos Semprún Maura

Desequilibrios hormonales

El primer ministro afirmó que excluía la "anulación", la "suspensión" y la "transformación" del contrato de primer empleo, porque es un instrumento de lucha contra el paro juvenil. O sea, que se mostró más firme que nunca.

El domingo pasado, en la televisión francesa, José Manuel Durào Barroso condenó el "patriotismo económico". (Curiosamente, en Francia, se le llama José Manuel Barroso, guillotinando siempre a Durào, como hacen con José Luis Zapatero, fusilando siempre a Rodríguez). Lo hizo en términos muy diplomáticos, no queriendo meterse en la política interior francesa al no ser de su incumbencia como presidente de la Comisión Europea, pero fue tajante en su defensa del mercado común y contra los nacionalismos, tanto de la derecha gala como de la izquierda española –digo yo–, y partidario de una política económica europea más liberal; lo cual no significa liberal para nosotros, pero sí ultraliberal para los becerros. Rechazó incluso la etiqueta de "liberal" que le colgaron sus entrevistadores, definiéndose como centrista reformador. Lo mismo dijo en su día José María Aznar, pero bueno, todavía hay clases. En cambio, en política internacional, Durào Barroso se pareció a un clone de Javier Solana, o sea, un desastre.

Este tema de la reforma o del inmovilismo, de la apertura o del chovinismo, no sólo domina los actuales conflictos en Francia, sino que será el tema central en las próximas discusiones en la cumbre –es un decir– de la UE. Mientras tanto, el gas sube un 5,8% por culpa de Gazprom y, sobre todo, Irán seguirá construyendo sus armas de destrucción masiva tranquilamente. Si sólo tienen enfrente a los Durào, Solana, Chirac, Rodríguez and Co., no tienen porqué preocuparse.

He notado un curioso paralelismo entre la columna del defroqué Miguel Ángel Aguilar –exigiendo a Mariano Rajoy que le obedezca a él, que se las sabe todas, porque si no le va a regañar y hasta prohibirle ver el partido en la tele–, con las exigencias de la izquierda gala hacia Dominique de Villepin para que abandone su "contrato de primer empleo", que si no le van a cantar las cuarenta gloriosas y declarar la guerra. El primer ministro, dirigiéndose a los parlamentarios de su mayoría, afirmó que excluía la "anulación", la "suspensión" y la "transformación" del contrato de primer empleo, porque es un instrumento de lucha contra el paro juvenil. O sea, que se mostró más firme que nunca, lo cual enfurece a la oposición que declara que no tiene derecho a ir contra el pueblo unido jamás vencido, unánime en su rechazo. Está por ver.

Ayer, jornada nacional de manifestaciones estudiantiles y "lycénnes", no pasó gran cosa. Hubo líos en bastantes liceos, eso sí, pero, por primera vez tuvo lugar una manifestación de "contras", delante de la Sorbona, exigiendo la "libertad de estudiar", y contra la ocupación y bloqueo de facultades y colegios. Bueno, el pasado sábado hubo una "sentada" delante de la alcaldía de París, con las mismas consignas, pero no pasaron de 900 estudiantes.

El delirio hormonal ha llegado a tales extremos que nadie piensa en los problemas del paro, juvenil o no, y aún menos en la disyuntiva entre paro eterno o empleo "precario". Los mitos han substituido a los hechos, y creen que están luchando en defensa del "modelo social francés", cuando éste "modelo" arrastra el país a la bancarrota. El PS, líder de la oposición, sigue sin hacer la menor propuesta, limitándose a declarar que, cuando vuelvan al poder, anularan el maldito contrato. En cambio, presentan como una victoria el hecho de haber logrado que los candidatos en las próximas elecciones sean mujeres al 50%. Les recordaré que la mitad de los ministros del gobierno español son ministras, lo cual no impide que sea el peor gobierno desde Arias Navarro.

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