Menú
GEES

Militarizar la Policía

Los planes de unificación del mando se mantienen, pero ahora parece que será la Guardia Civil la que someterá al Cuerpo Nacional de Policía y no al contrario.

Cuando el PSOE ganó en 1982 llevaba en su programa electoral la desmilitarización de la Guardia Civil, un residuo de la represión franquista para una parte de la izquierda amnésica de nuestro país. Sin embargo, al poco tiempo de haber llegado al poder, el entonces ministro del Interior, José Barrionuevo, pronunció la celebre frase de haber "descubierto a la Guardia Civil" y el Gobierno socialista hizo de este Cuerpo el eje de su política de seguridad, aunque la institución no pudiera escapar de la ola de corrupción en que degeneró el felipismo.

Los Gobiernos del PP fueron mucho más coherentes en este asunto. Su política de seguridad, muy constreñida en la primer legislatura de Aznar por una política presupuestaria sumamente restrictiva para lograr el ingreso en el euro, trató de modernizar en su conjunto las Fuerzas de Seguridad, manteniendo un obsesivo equilibrio en el tratamiento de ambos Cuerpos. No había prejuicios ideológicos hacia la Guardia Civil, pero tampoco hubo después ningún tipo de favoritismo ni en el reparto de recursos ni en el reparto del poder dentro del Ministerio del Interior. Tampoco se emprendió ninguna reforma legislativa que alterara el reparto de competencias entre ambos Cuerpos.

La victoria del PSOE en 2004 creó cierta esquizofrenia en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. El programa electoral apuntaba a una unificación del mando como paso previo a una progresiva unificación de los Cuerpos. El entonces número tres del PSOE, Jesús Caldera, se comprometió de hecho ante cientos de guardias civiles a una "progresiva desmilitarización" del Cuerpo. Pero al llegar al poder, Zapatero hizo justo lo contrario de lo que había prometido: mantuvo dos directores, puso a un teniente general al frente de la Guardia Civil y paralizó los proyectos de reforma disciplinaria y estatutaria que había heredado del PP. El resultado fue un enconamiento en la base de la Guardia Civil que culminó con la primera manifestación pública de guardias civiles de nuestra historia democrática. Una manifestación que coincide en el tiempo con la salida de Bono del Gobierno y el abandono de Alonso de Interior.

La llegada de Rubalcaba a Interior hizo sospechar que se acelerarían los planes de unificación y desmilitarización de los guardias civiles. El nuevo ministro cesa nada más llegar al general Arruche y nombra a un director civil al frente de la Benemérita. Serena a las levantiscas asociaciones de guardias prometiendo inminentes reformas que dulcifiquen el carácter militar de la institución. Poco tiempo después unifica las dos direcciones.

Pero Rubalcaba hereda una política de seguridad que hace agua por todos los sitios. La inseguridad ciudadana crecía, la inmigración ilegal estaba desbocada y la negociación con ETA atravesaba momentos difíciles. El ministro se encuentra además a una Policía sacudida por los errores del 11-M, sumida en escándalos de detenciones políticas, con filtraciones a los terroristas, con una contestación sindical creciente, sobrepasada por la inmigración ilegal e incapaz de contener el aumento de la delincuencia.

En estas condiciones, Rubalcaba no tiene más remedio que recurrir a la denostada Guardia Civil. Los manda por cientos a taponar la delincuencia en Cataluña, pone a un general de verde para hacer frente a la crisis migratoria en Canarias, sitúa otro guardia civil al frente del nuevo centro contra el crimen organizado, destina un guardia civil al Cuarto Militar del Rey y deja que la Benemérita asuma el liderazgo en materia antiterrorista.

Los planes de unificación del mando se mantienen, pero ahora parece que será la Guardia Civil la que someterá al Cuerpo Nacional de Policía y no al contrario, lo que está despertando no pocos recelos en el seno del CNP ¿Terminará Rubalcaba por proponer la militarización de la Policía Nacional? Tiempo al tiempo.

En España

    0
    comentarios