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GEES

Institucionalizar la mentira y la deshonra

Un Gobierno de un país democrático no puede mentir e ir a remolque de las revelaciones de un grupo terrorista y criminal, por lo menos si quiere seguir siendo ambas cosas, Gobierno y democrático.

La cuestión antiterrorista de la mano del Gobierno de Zapatero ha sumido a España en un paisaje impensable hasta ahora. Cada día se hace más evidente la dependencia de un Gobierno occidental de las declaraciones, filtraciones y comunicados de una banda terrorista. Y cada vez se hace más evidente el uso del engaño y la mentira con el que ambos, ZP y ETA, han buscado manipular durante años a la opinión pública vasca y española.
 
Desde que inició el proceso de negociación –política, no lo olvidemos– con ETA, Zapatero ha colocado a nuestro país a rebufo de las decisiones y acciones de una banda de mafiosos y terroristas, en la que Otegi señala y Txeroki pega el tiro. Algo así tiene consecuencias, aunque Zapatero sea incapaz de verlas. Un Gobierno de un país democrático no puede mentir e ir a remolque de las revelaciones de un grupo terrorista y criminal, por lo menos si quiere seguir siendo ambas cosas, Gobierno y democrático.
 
En relación con lo primero, España se va hundiendo cada vez más rápido en un desgobierno progresivo; en la cada vez más intensa sensación de que los destinos de la nación no son regidos por sus gobernantes, sino por cualquiera capaz de chantajearles, con sus votos o con sus bombas. El espectáculo del ultimatum de Nafarroa Bai para acabar con el estatus de Navarra o del silencio acobardado del Gobierno ante las revelaciones etarras, ponen de manifiesto un hecho gravísimo; España se encuentra, por obra y gracia de ZP, a la deriva institucional y política que le dejan sus enemigos. Ha hecho de la deshonra nacional su actividad política principal.
 
En relación con lo segundo, cada vez son menos asombrosas, por repetidas, las noticias de engaño a los ciudadanos, de pactos políticos, jurídicos y penales con los terroristas. A espaldas del PP, del Congreso y de los medios de comunicación, Zapatero negocia con los asesinos de casi mil españoles. Y mientras lo hace, niega, miente, oculta y engaña. Y lo hace sin demasiado entusiasmo, y con cierta desgana. Incluso reivindica la mentira y el engaño como forma legítima de hacer política. Corrompe el sistema democrático hasta el límite, y hunde la práctica democrática en la inmoralidad absoluta cuando usa la mentira en relación con el futuro de los españoles y sus libertades.
 
¿Cuánto más puede aguantar una democracia a un Gobierno así? Hasta las próximas elecciones generales, tal y como se están acelerando los acontecimientos, el desgaste moral e institucional de España se acentuará cada día. El Gobierno de Zapatero surgió de las mentiras y la manipulación del 14-M, y desde entonces ha acelerado y profundizado en el engaño y la falsedad, la falacia y la ocultación, hasta límites insoportables para una nación democráticamente sana. Y a reufo de unos terroristas. Ha institucionalizado la mentira y la deshonra. De esta miseria habrá que levantarse en la era post-ZP.

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