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Gabriela Calderón

La OPEP no nos conviene

Parece que el verdadero motivo del Gobierno ecuatoriano para reingresar en la OPEP es enteramente ideológica. Lo único que Ecuador consigue volviendo a unirse a este club es alinearse con Irán y Venezuela ante los ojos del mundo.

¿Qué saca Ecuador con reintegrarse a un club de países que lo único que han logrado con la planificación central de sus industrias petroleras es retrasar el desarrollo económico de sus miembros? Además, ¿acaso no era el actual Gobierno ecuatoriano el que se oponía terminantemente a la pérdida de soberanía y a los monopolios? Al parecer las pérdidas de soberanía de un club de países con gobiernos inestables y los monopolios o carteles estatales sí son aceptables.

Andrei Illarionov, ex consejero de Putin, decía que en los países árabes que son miembros de la OPEP el petróleo constituye entre el 50% y el 70% del PIB y gran parte de la economía sigue siendo planificada centralmente, así como sucedía en los países comunistas. "Planificación central al cuadrado", como denominó Illarionov a la OPEP, significa que esta organización no solo administra la industria petrolera a nivel nacional sino a nivel internacional.

Así como suele fracasar a nivel nacional la planificación central, con mucha más razón fracasa a nivel internacional, puesto que es considerablemente más difícil diseñar una política petrolera que beneficie a países tan distintos como Arabia Saudí, Venezuela y Ecuador. Fijar cuotas de producción para este grupo tan diverso de naciones equivale a tratar de fijar los termostatos de un hotel con una sola palanca.

La OPEP, el cartel petrolero mundial, es en gran parte culpable de la inestabilidad del precio mundial del petróleo y de la catástrofe económica en el Medio Oriente. La razón de ser del cartel era garantizar la estabilidad del precio mundial del petróleo. No obstante, entre 1970 y 1980 –la segunda década del cartel– el precio real del petróleo aumentó en un 1.300%. Entre 1980 y 1986 se redujo en dos tercios. Luego estuvo relativamente estable entre 1986 y 1997, después cayó aún más, para después casi multiplicarse por cuatro entre 1997 y 2004. ¿Es eso estabilidad?

El problema con la OPEP es que, como suele ocurrir con los carteles, los miembros no tienen incentivos para descubrir, desarrollar y producir más petróleo. Esos incentivos son totalmente perversos para la industria petrolera ecuatoriana, que desea producir más.

Después de más de tres décadas de masivos ingresos provenientes del petróleo, una gran parte de los ciudadanos de las naciones miembro de la OPEP siguen en la pobreza y los países dependen cada vez más del dinero petrolero. ¿A dónde se fueron los tres trillones de dólares que les reporto el petróleo? Casi todo en armamentos, subvenciones, crecimiento de la población y proyectos de prestigio político.

Veamos lo que sucedió en los países árabes miembros de la OPEP y los países árabes que no lo son. Entre 1980 y 2005, el PIB per cápita real de los primeros se redujo dramáticamente o se estancó: en Arabia Saudí de 23.854 a 14.769 dólares, en Kuwait de 23.084 a 23.416, y en los Emiratos Árabes Unidos de 44.816 a 22.698. No hay estadísticas de este periodo sobre Libia y Qatar.

Durante el mismo periodo, el PIB per cápita de los países árabes que no pertenecen a la OPEP aumentó. En Bahrein de 15.045 a 19.120 dólares, en Omán de 6.992 a 13.887, en Túnez de 4.171 a 7.451, en Egipto de 2.087 a 3.844 y en Siria de 2.905 a 3.410. No hay estadísticas de Yemen.

Parece que el verdadero motivo del Gobierno ecuatoriano para reingresar en la OPEP es enteramente ideológica. Lo único que Ecuador consigue volviendo a unirse a este club es alinearse con Irán y Venezuela ante los ojos del mundo. No logrará influir en los precios del petróleo ni tampoco atraerá mayor inversión extranjera. Por el contrario, la perderá cuando vean que Ecuador pertenece al ala radical de la OPEP.

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