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Jaime Ignacio del Burgo

Abuelos en campaña

Sólo el dogmatismo integrista de algunos sectores de la derecha o el fundamentalismo progresista de algunos sectores de la izquierda hace a los hijos o los nietos responsables –para bien o para mal– de las virtudes o pecados de sus mayores.

Leí el otro día un artículo de Luis Solana titulado Los dos abuelos. En él se hacía referencia al abuelo de Rodríguez Zapatero, fusilado en la guerra civil, y al abuelo de Manuel Pizarro, que se sumó a la sublevación de 1936 y llegó al grado de general y, según el articulista, dirigió en Teruel "la represión" de los maquis que resistían en las montañas.

Refería Solana que ahora el nieto del general "defiende la solidaridad entre quienes tienen más y los que tienen menos". No me parece mala cosa pues demuestra que la lucha contra la desigualdad, la discriminación y la exclusión social no es patrimonio de la izquierda. Comentaba después que el nieto del general declara que el dinero "donde mejor está es en los bolsillos de los ciudadanos". No resulta descabellada la idea, pues cuanto más dinero tengan los ciudadanos mayor será su grado de bienestar. No parece que Rodríguez Zapatero piense de distinta forma pues en su programa electoral promete importantes rebajas fiscales e incluso cuatrocientos euros de regalo (al estilo de los viejos caciques decimonónicos, pero con nuestro peculio) que en definitiva persiguen que los ciudadanos tengan más dinero en sus bolsillos.

Lo que me ha sorprendido es la conclusión extraída por Solana de todo ello. Resulta que se trata de dos formas distintas de entender la sociedad "aprendidas de sus abuelos". O sea, Pizarro aprendió de su abuelo el valor de la solidaridad, que no es incompatible con una menor presión fiscal pues al permitir a los ciudadanos y a las empresas disponer de mayores recursos ello repercute en un incremento de la actividad económica –y, por tanto, de la creación de empleo–, amén de un aumento de la recaudación tributaria, imprescindible para conseguir una sociedad más justa y solidaria. Aunque no lo dice Solana es de suponer que Rodríguez Zapatero ha interiorizado el testamento de su abuelo que, a punto de ser fusilado, perdona a sus ejecutores, expresa su amor a la Patria y declara que su único credo había sido "un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes".

Si el deseo de trabajar por una sociedad más solidaria lo adquirió Pizarro de su abuelo, idea que subyace en el testamento del abuelo de Rodríguez Zapatero, el final del artículo de Solana no deja de ser chocante: "¿Os dais cuenta por qué la derecha repudia la memoria histórica?". Pienso que el antiguo presidente de Telefónica confunde el culo con las témporas.

Esta mención de Solana a los abuelos de dos de los protagonistas estelares de estas elecciones generales me suscita otra reflexión. Resulta que el número uno de la lista del PSOE por Navarra es Juan Moscoso, nieto del general Carlos Moscoso, que fue un activo colaborador del general Mola en la conspiración que condujo al alzamiento de 1936. El 19 de julio, el entonces capitán Moscoso quedó encuadrado en la columna del coronel García Escámez que salió de Pamplona con la pretensión de tomar Madrid y volver a casa para el día de Santiago, aunque sus planes se torcieron en Somosierra. Por cierto –paradojas del destino–, la casualidad quiso que el 19 de julio de 1936 el capitán Moscoso quedara adscrito, en calidad de instructor o asesor militar, al Tercio de Requetés de Pamplona que mandaba mi padre.

¿Habría sido el general Moscoso el que inculcó primero a su hijo Javier –encuadrado en un principio en la UCD antes de ser ministro de Felipe González y fiscal general del Estado– y luego a su nieto Juan los principios del socialismo democrático por aquello de la revolución pendiente del nacional-sindicalismo?

Sólo el dogmatismo integrista de algunos sectores de la derecha o el fundamentalismo progresista de algunos sectores de la izquierda hace a los hijos o los nietos responsables –para bien o para mal– de las virtudes o pecados de sus mayores. Moscoso-nieto es muy libre de ser socialista como Pizarro-nieto lo es para sustentar el credo popular. Nada que ver ni con la recuperación o pérdida de la memoria, ni con la solidaridad, ni con cualquier otra historia.

Lo mejor que podríamos hacer es dejar a los abuelos en paz.

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