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Thomas Sowell

¿Importa el patriotismo?

El 4 de julio es una fiesta patriótica aunque, desde hace tiempo, muchos actores pertenecientes a la elite intelectual miran el patriotismo con suspicacia o desdén.

El 4 de julio es una fiesta patriótica aunque, desde hace tiempo, muchos actores pertenecientes a la élite intelectual miran el patriotismo con suspicacia o desdén. Ya en 1793, el destacado escritor británico William Godwin tildaba el patriotismo de “tontería rimbombante”.

El internacionalismo ha sido desde hace mucho un competidor del patriotismo, especialmente entre la élite intelectual. H.G. Wells abogó por reemplazar la idea del deber para con la patria por la del “deber cosmopolita.”

Quizá en ninguna parte el patriotismo era tan mal visto, o se le había restado tanta importancia, como entre los intelectuales de las democracias occidentales en las dos décadas siguientes a los horrores de la Primera Guerra Mundial, que se libró bajo los estandartes de patriotismo de diversas naciones.

En Francia, después de la Primera Guerra Mundial, los sindicatos de profesores pusieron en marcha una purga sistemática de los libros de texto para promover el internacionalismo y el pacifismo.

Los libros que representaban el valor y el sacrificio de los soldados que habían defendido a Francia contra los invasores alemanes eran tildados de libros “belicosos” que tenían que desterrarse de las escuelas.

Los editores de libros de texto cedieron ante el poder de los sindicatos de profesores para no perder un gran mercado para sus libros. Los libros de historia fueron revisados con lupa para ajustarse al internacionalismo y al pacifismo.

La que fuera la épica historia de la defensa heroica de los soldados franceses ante los invasores alemanes en Verdún, a pesar de la masiva cantidad de bajas sufridas por los franceses, se había convertido en una historia de horrible sufrimiento para todos los soldados en Verdún –franceses y alemanes por igual.

En pocas palabras, aquellos soldados representados en un principio como héroes nacionales eran ahora víctimas al igual que las víctimas de los ejércitos de otras naciones.

Hostigaron a los niños con historias sobre los horrores de la guerra. En algunas escuelas pedían a los huérfanos de la guerra que salieran a contarlo en sus clases. Muchos de estos niños –al igual que algunos de sus compañeros de clase y profesores– rompían a llorar.

En Gran Bretaña, Winston Churchill advertía que un país “no puede evitar la guerra hablando ampliamente sobre sus horrores”. En Francia, el mariscal Philippe Petain, el vencedor en Verdún, advirtió en 1934 que los profesores estaban intentando “educar a nuestros hijos en la ignorancia o en el desprecio a la patria”.

Pero eran voces que se ahogaban en el mar de la retórica pacifista e internacionalista de los años 20 y 30.

¿Importó? ¿Importa el patriotismo?

Francia, donde el pacifismo y el internacionalismo eran de lo más fuerte, se convirtió en un clásico ejemplo de cuánto puede importar.

Durante la Primera Guerra Mundial, Francia luchó contra los invasores alemanes durante cuatro largos años, a pesar de tener más bajas entre sus soldados que la suma total de soldados americanos muertos en todas las guerras de la historia de Estados Unidos.

Pero durante la Segunda Guerra Mundial, Francia se derrumbó después de apenas seis semanas de lucha y capituló ante la Alemania nazi. En el amargo momento de la derrota, le dijeron al presidente de los sindicatos de profesores “usted es parcialmente responsable de la derrota”.

Charles de Gaulle, François Mauriac y otros franceses culparon de aquel repentino y humillante colapso de Francia en 1940 a una falta de voluntad nacional o una descomposición moral generalizada.

Al comienzo de la invasión, tanto los generales alemanes como los franceses calcularon que las fuerzas militares francesas tendrían más probabilidades de salir victoriosas y prácticamente nadie se esperaba que Francia se viniera abajo como un castillo de naipes –excepto Adolfo Hitler que había estudiado a la sociedad francesa en vez de a las fuerzas militares francesas.

¿Importó el patriotismo? Importó más que los tanques y aviones franceses de gran calidad.

La mayoría de los americanos no son conscientes de lo mucho que las escuelas estadounidenses han seguido los pasos de las escuelas francesas de los años 20 y 30, o de lo mucho que nuestros intelectuales se han convertido en ciudadanos del mundo en vez de ser patriotas americanos.

Nuestros medios de comunicación están ocupados en transformar verbalmente de héroes a víctimas a nuestras tropas de combate americanas, al igual que lo hizo la intelectualidad francesa –con el añadido giro de llamarle a eso “apoyar a las tropas”.

¿Importará eso? El tiempo lo dirá. 

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