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Garzón en El País: “Como no aspiro a ningún puesto y no me importa perder el que tengo...”

Con esta premisa, que según él le da libertad para escribir lo que quiera, el juez lanzó desde las páginas del diario El País una interminable colección de insultos y ataques al presidente del Gobierno por apoyar a EEUU en la guerra contra el régimen de Sadam Husein. Le acusó de manipularlo todo para mentir a los ciudadanos y seguir a ciegas a Bush.

(Libertad Digital) En su habitual estilo, el juez de la Audiencia Nacional dedicó su carta a Aznar por “dirigir esta locura con una sordera tan desconcertante como peligrosa”. Para empezar, algunos insultos: “A veces, señor presidente, me da la sensación de que enfrente no tenemos políticos —utilizo el término en el sentido clásico del mismo y no en la derivación utilitarista que muchos le dan ahora—, sino muros de piedra resbaladiza por la humedad y el humus pestilente de quienes carecen de sentimientos”.

E juez dijo no recordar “un grado de protesta y de auténtica rebelión popular como el que su postura, señor presidente del Gobierno, está generando en todos los estratos y clases sociales españoles. Tampoco recuerdo mayor grado de cinismo en algunos líderes políticos, que utilizando toda la demagogia y la manipulación de los medios de comunicación que controlan confunden gravemente a los ciudadanos jugando con su seguridad y sometiéndolos a un bombardeo constante de mentiras y medias verdades que apenas les dejan respirar”.

Acusó a Aznar y a todo el PP de menospreciar “a aquellos que les hemos dado legitimidad democrática en las urnas con nuestros votos, positivos o negativos, obligándonos a la aceptación de una realidad inexistente y a un estado de cosas, creado a propósito por alguno de ellos, para justificar ahora la pesadilla que sufrimos la mayoría en todos los países de la Tierra”.

Con los actores y animando a la disidencia

Garzón lanzó también sus líneas contra los cargos del PP para que se desmarcaran de Aznar y criticó la actitud ante algunos actores que ya por entonces estaban empeñados en sabotear cualquier acto del PP o del Gobierno: “He comprobado cómo una vez más se impone la ley no escrita de la sumisión acrítica de los diputados del Grupo Popular y, cómo algunos, en forma desafortunada, insultaban a los actores que dignamente discrepaban en silencio desde la tribuna”. Poco después, adoptó el tono dramático que ya no abandonó hasta el final del interminable artículo: “...y he sentido miedo, un miedo frío, físico, palpable y denso como el chapapote; pero también he constatado cómo alguno de ellos, al aplaudir y al sonreír, se removía en su escaño, sin duda pensando en la vergüenza que tendría que pasar cuando, al llegar a su casa, tuviera que mirar a sus hijos, a sus padres, a su esposa o a su marido y explicarles lo inexplicable. A estos últimos me dirijo, pidiéndoles que expresen lo que sienten y que actúen en consecuencia”.

Con acusaciones de prácticas franquistas

Dirigiéndose a los militantes populares, añadió: “Pero, a la vez, y lo digo con el cariño que le tengo a algunos, callan en forma cobarde, temiendo las consecuencias de su discrepancia ante sus dirigentes. Por mi parte siento pavor de que su miedo, el de «prietas las filas, recias, marciales, nuestras escuadras va...» o el de las apelaciones del señor Rajoy «al orgullo, al honor y las convicciones», se confundan con mi miedo y el de los españoles que, en defensa de nuestra patria, nos oponemos a una guerra injusta desde la libertad y la coherencia".

Cabe hasta la acusación de futuros crímenes: “...no olviden que serán responsables de cada una de las vidas que se pierdan en esta posible guerra, incluida la de los soldados españoles que sean enviados al escenario del conflicto”.

Al desbrozar las razones de Aznar para apoyar la guerra, argumentó: “No creo quebrantar ningún secreto profesional si digo que, al menos hasta donde yo conozco, no existe al día de hoy ni un solo indicio de que la implicación de Sadam Husseín con Al Qaeda existe”.

El último párrafo, casi una sentencia judicial

Concluye el juez Baltasar Garzón con una síntesis a modo de fallo: “Señor presidente, con respeto pero con enorme firmeza, le digo que usted no puede ni debe ir de la mano de quien está haciendo gala con su política de la consumación de la doctrina de «los espacios sin derecho»; ni de la mano de quien se ha desvinculado de la Corte Penal Internacional; ni unido a quien, de hecho, está construyendo espacios de impunidad que perjudican a la comunidad internacional: ¿acaso usted tampoco cree en la justicia internacional?”.

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