L D (Agencias) El verdadero peso de ERC en la Generalidad podrá comprobarse en el próximo debate de política general que se celebrará el 28 de octubre en al Parlamento catalán. Hasta tres representantes del independentismo republicano coparán los discursos y sus tiempos: Benach, como presidente de la Cámara y distribuidor de turnos; Bargalló, como consejero jefe, y Carod, en representación –por si faltaba– de su grupo.
Según informa la agencia Europa Press, el consejero jefe de Maragall, Josep Bargalló, pronunciará su propio discurso al margen del que exponga el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, que, lógicamente, abrirá el debate. La intervención de Bargalló será en la segunda jornada del debate y sin límite de tiempo. Después vendrán el turno de los grupos que abrirá Artur Mas en representación de CiU. Tras él, Miquel Iceta por el PSC, Carod Rovira por ERC, Piqué por el PP y Joan Boada en representación de ICV-EA.
Así, será el presidente del grupo parlamentario de CiU, Artur Mas, quien intervendrá, seguido del portavoz del PSC, Miquel Iceta; el presidente de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira; el presidente del PP, Josep Piqué, y el portavoz parlamentario de ICV-EA, Joan Boada. Ernest Benach administrará la duración de las intervenciones y su eventual prórroga.
Según Europa Press, el gobierno catalán adelanta que la primera réplica a todas las intervenciones correrá a cargo Maragall, dejando que Bargalló formule las contrarréplicas a la segunda intervención de cada grupo.
Pronto llegó la queja de CiU, por boca de su portavoz parlamentario Felip Puig. Opina que el formato del debate es "esperpéntico" y que sólo demuestran "la debilidad del liderazgo de Maragall" además de un "menosprecio al Parlament". En declaraciones a Europa Press, Puig se preguntó si acaso el discurso de Bargalló evidencia que "hay dos gobiernos".
En parecidos términos se expresó el portavoz del PP, Francesc Vendrell para quien estos cambios suponen que ERC "no se fía" de Maragall. Vendrell añadió que el partido de Carod "ha impuesto la intervención" de Bargalló, lo que consideró "una circunstancia totalmente anómala desde el punto de vista político".