L D (Agencias) El primer suicidio de un etarra en prisión se produjo el 26 de junio de 1985 cuando apareció ahorcado en las duchas de Alcalá-Meco José Ramón Goicoetxea Bilbao, miembro de ETA Político-Militar VIII Asamblea. Llevaba cuatro años encarcelado por tres condenas que sumaban más de doce años de prisión.
El 2 de marzo de 1988 el etarra Miguel Lopetegui Larrate se ahorcó con las sábanas colgadas de la cisterna de la celda que ocupaba en el penal de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), en el que cumplía una condena de treinta años de prisión por cinco asesinatos.
Casi tres años después, el 20 de enero de 1991 el bretón Jean Groix, encarcelado por colaborar con ETA, fue encontrado muerto en la prisión francesa en la que estaba internado, en lo que fue un suicidio.
El 23 de enero de 1997 se halló el cadáver del teniente de la Gendarmería Jean-Luc Maillet, encarcelado por presunta colaboración con ETA y que se ahorcó en la prisión de Fresnes con una sábana. Había enviado varias cartas en las que explicaba su decisión.
Ni un mes después, el 7 de febrero de 1997 se encontró el cuerpo sin vida de José María Aranzamendi Arburu, 'Katxue', colgado de un fular que había fijado a los barrotes de la ventilación de su celda en la prisión madrileña de Alcalá-Meco. El cadáver se encontraba con los ojos tapados con una cinta, los pies atados con los cordones de unas zapatillas deportivas y las manos atadas con un pañuelo. Antes del suicidio había remitido una carta a su familia en la que expresaba su deseo de quitarse la vida.