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Velarde explica que el Estatuto catalán "constituye una seria amenaza al desarrollo económico español"

El prestigioso economista Juan Velarde ha analizado en un contundente informe publicado por FAES los efectos económicos del Estatuto catalán. Velarde enmarca el proyecto en el "nacionalismo económico" y explica que va en contra la unidad de mercado, "lo que constituye una seria amenaza al desarrollo económico español, especialmente al catalán". También critica los excesivos poderes que se atribuye la Generalidad en materia económica "que parecen propios de China, Cuba o Corea del Norte".

El prestigioso economista Juan Velarde ha analizado en un contundente informe publicado por FAES los efectos económicos del Estatuto catalán. Velarde enmarca el proyecto en el "nacionalismo económico" y explica que va en contra la unidad de mercado, "lo que constituye una seria amenaza al desarrollo económico español, especialmente al catalán". También critica los excesivos poderes que se atribuye la Generalidad en materia económica "que parecen propios de China, Cuba o Corea del Norte".
(Libertad Digital) La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) ha publicado en su revista Papeles Faes el informe La Unidad de Mercado en España y la propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña del economista y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Juan Velarde, en el que disecciona los efectos económicos que de aprobarse este Estatuto padecería España y especialmente Cataluña.
 
El primer punto del texto que recoge Europa Press es el intervencionismo: "Un conjunto de previsiones claramente destinadas a facilitar la intervención política en la vida económica, tendrá consecuencias graves sobre la inversión. Es absurdo pensar lo contrario. Sin duda, erosionará la unidad del mercado español, que quedará fragmentado: una parte, casi todo el territorio nacional, presentará un aspecto atractivo para la inversión. Otra, Cataluña, estará caracterizada por la arbritariedad de los poderes públicos y, con ella, el riesgo de corrupción que suele acompañar a esa intervención arbitraria es elevado. Y eso, desde luego, no atrae al inversor responsable".
 
Además realiza una contextualización histórico para concluir ni los textos y proyectos publicados por Unió Catalana en 1931 bajo el título Elements per a l'estudi de l'Estatut de Catalunya, ni el Estatuto de 1932, aprobado en la II República, ni los Acuerdos de S'Agaró, "impulsados en plena Guerra Civil por Tarradellas", ni el Estatuto actual del 79 "manifiestan una voluntad de sustitución de la Constitución española vigente en cada momento paralela a la que exhibe la actual propuesta de reforma del Estatuto de Cataluña".
 
El segundo punto del que alerta Velarde es la ruptura de la unidad de mercado en España. "Sin duda, éste es el caso en lo que se refiere a la unidad de mercado en España, lo que constituye una seria amenaza al desarrollo económico español, especialmente al catalán", apostilla Velarde. A continuación, asevera que la relación entre mercado amplio y desarrollo económico fuerte "parece evidente desde los tiempos de Adam Smith" y apunta, "desde un punto de vista pragmático", que Europa constató tras la Segunda Guerra Mundial "los desastres causados por el nacionalismo económico, que están ligados a la Gran Depresión".
 
Velarde concluye que la política económica que emana de la propuesta de Estatuto catalán "va contra la amplitud de mercado", que es "condición indispensable para el desarrollo no sólo de Cataluña, que será la más castigada, sino de toda España, cuyo daño será notable".
 
La financiación pretende retirar la ayuda al sistema fiscal español
 
En lo que concierne al sistema fiscal diseñado en el proyecto estatutario, señala que, en su opinión, está orientado a retirar la ayuda derivada del sistema fiscal español. Velarde advierte de los perjuicios que acarrería para Cataluña disminuir su aportación a las zonas más pobres de España, y que son estas el principal mercado de las empresas catalanas. "La explicación se reduce a decir que se considera que va contra el interés material de Cataluña, sin percibir que al rebajar el poder de compra de vastas poblaciones de otras zonas españolas, el mercado extracatalán de numerosos productos, desde libros a productos metalúrgicos, se reduce".
 
Además llama la atención sobre la imposibilidad de mantener los niveles actuales de gasto público y se reduce la aportación de Cataluña sin generar un "déficit colosal". "Si el Gobierno español pretendiera mantener el gasto público tal como se desarrolla en la actualidad, generaría un déficit colosal, incompatible con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, fundamento de nuestro presente desarrollo", remacha.
 
Tras puntualizar que, actualmente, la actividad económica catalana orientada al resto de España es "más importante" que la dirigida hacia el exterior, alerta de que Cataluña puede sufrir "daño" porque no es precisamente "Rhenania-Westfalia" o la "Cuba exportadora de azúcar y tabaco de 1898".
 
Modelo económico "antiguo y obsoleto"
 
En este contexto, subraya que ha fallado también el "factor hombre", esto es, el del empresariado catalán dado que un conjunto importante de empresarios ha apoyado la propuesta. "Ha fallado ese factor hombre que nunca había dejado de estar atento en esta región" y que "sostenía la economía catalana". "Es evidente que a ésta le acecha la decadencia, lo que, por supuesto, no se hará sin daño para toda la nación", enfatiza.
 
En la misma línea, sentencia que el modelo económico que impulsa el nuevo Estatuto es "antiguo y obsoleto" que manifiesta "una clara querencia por el Estado del bienestar extraordinariamente amplio" e "intervencionismo" en casi todos los ámbitos. Cita expresamente el artículo 152 de la propuesta, que se refiere a la planificación, ordenación y promoción de la actividad económica, "y que por su contenido puede otorgar poderes a la Generalidad que hoy parecen propios de China, Cuba o Corea del norte".
 
El coste económico del deber de conocer catalán
 
También hace alusión al deber de conocer el catalán que se establece en el nuevo Estatuto."Esto obligará a aumentar los costes y generará más de una deslocalización empresarial en Cataluña porque, después de todo, obligado a estudiar otra lengua, un empresario o un miembro de la tecnoestructura preferiría dedicarse al inglés, y si ya lo sabe, el alemán o al francés, e incluso al chino".
 
Velarde se encarga, al tiempo, de estudiar posibles repercusiones a la libre circulación de personas y al sector turístico. Así, se pone como ejemplo que un empresario turístico que desease actuar en la Costa Brava se encontraría "que para contratar a un buen cocinero, que tiene un sueldo alto y, por tanto, puede enviar a su hijo a la universidad, necesitaría que este aceptase que en ella el profesorado de los centros universitarios tiene derecho a expresarse oralmente en catalán".
 
"Si eso no le interesa –prosigue–, su hijo tendrá que irse a otra universidad fuera de Cataluña. Como expuso en sus estudios sobre el turismo Juan Fuster, el tener cercanos a los hijos es fundamental para la mano de obra dedicada a la industria turística. Cosas y actitudes parecidas surgirán en todas las actividades. Contratar mano de obra de alta especialización podría convertirse en Cataluña en un problema".
 
Ni respeto a la propiedad ni libertad de mercado
 
Recalca, además, que el texto que se está tramitando en el Congreso no habla de respeto a la propiedad ni de libertad de mercado; que aboga por un espacio catalán de relaciones laborales, entre otras cosas.
 
"En su intervención en las Cortes Constituyentes el 13 de mayo de 1932, en el debate sobre el Estatuto de Cataluña, Ortega y Gasset dijo con claridad: El problema catalán es un caso corriente de nacionalismo particularista. Y aclaró a continuación que en este nacionalismo particularista existe una tendencia sentimental, no en vano todo nacionalismo es hijo de romanticismo, 'que le impulsa a vivir aparte. Ese vivir aparte le impulsa a romper el mercado --concluye Velarde-- y, en definitiva, a vivir mal. Parece como un talante sadomasoquista, que acepta eso de vivir aparte, aunque sea, en lo económico, vivir peor y hacer vivir peor a los demás".

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