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Los contrabandistas de Chipre pierden a su mejor cliente con la caída del régimen de Sadam Husein

EEUU ha iniciado una investigación internacional para conocer las vías de financiación ilegal del depuesto régimen de Sadam Husein. Al mismo tiempo, investigadores privados llevan a cabo una incesante búsqueda de datos para localizar fondos y pedir su bloqueo. Entre los datos que manejan los investigadores ha aparecido una cuestión inesperada: el tráfico ilegal de tabaco y alcohol desde Chipre.

L D (Nacho García Mostazo) Los contrabandistas de tabaco y alcohol que operan desde la isla mediterránea de Chipre hacían su agosto cada vez que les llegaba un encargo de uno de sus mejores clientes: el dictador iraquí Sadam Husein. Sus hijos, Uday y Qusay, eran los jefes de la mafia en Irak. El mayor, Uday Husein, controló el negocio de la importación ilegal de tabaco y alcohol durante los años 90. Pero en 1996, tras sufrir un intento de atentado que a punto estuvo de costarle la vida, Uday empezó a caer en desgracia ante los ojos de su padre, quien decidió apartarle de la línea sucesoria en 1999 debido a su comportamiento violento e irracional. La caída de Uday benefició a Qusay, dos años menor que él, quien fue incrementando su capacidad de influencia y su grado de mando entre la cúpula militar y los servicios de inteligencia y seguridad. A partir de ese momento, Qusay también se convirtió en el jefe del contrabando.

Según fuentes de la investigación que trata de bloquear los fondos de Sadam Husein y su familia, Uday Husein ganó cientos de millones de dólares con el contrabando de tabaco desde Chipre. Su principal ayudante, Abbas al-Janabi, huyó de Irak en febrero de 1998 y concedió entrevistas a varios periódicos árabes donde contó detalladamente cómo él mismo había negociado muchas de las transacciones comerciales que hicieron multimillonario a Uday, con el beneplácito de su padre. En 1999, cuando Qusay se hizo definitivamente con el control de la mayoría de los negocios ilegales del régimen, las fuentes consultadas por Libertad Digital afirman que empezó a utilizar a miembros del servicio secreto iraquí para hacer sus encargos a los contrabandistas chipriotas y dirigir la entrada de tabaco y alcohol en Irak. Según reconocieron fuentes de los servicios de inteligencia estadounidenses, “Irak era un régimen cleptocrático”, lo que explica que los hijos del dictador “utilizaran a los funcionarios como si fueran pistoleros a sueldo de la mafia”.

Los iraquíes son unos fumadores empedernidos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, consumen alrededor de 18.000 millones de cigarrillos anuales, de los cuales el 75 por ciento se producen en el propio país. Por su parte, Chipre produce unos 5.000 millones de cigarrillos anuales, pero además es un gran importador de tabaco. Decenas de empresas registradas oficialmente y con todos los papeles en regla importan anualmente unos 25.000 millones de cigarrillos, de los cuales 10.000 millones proceden de los Estados Unidos. Según cifras oficiales, Chipre destina a la exportación unos 2.500 millones de cigarrillos al año, lo que significa que el consumo interno rondaría los 27.500 millones de cigarrillos anuales, o lo que es lo mismo, seis cajetillas de tabaco diarias por habitante, incluidos ancianos, enfermos y niños. Como deduce la Organización Mundial de la Salud, las cifras oficiales de cigarrillos destinados al consumo interno en Chipre “son inverosímiles”.

Irak, primer cliente del contrabando chipriota

Se calcula que los contrabandistas chipriotas mueven anualmente unos 1.000 millones de cajetillas por el mercado negro. Uno de sus principales clientes era la antigua Yugoslavia, aunque el otro destinatario tradicional del contrabando ha sido Irak, que acabó por convertirse en el primer importador ilegal de tabaco desde Chipre a mediados de los años 90. Un informe del Ministerio británico de Asuntos Exteriores hecho público en octubre de 2000 detallaba que el régimen de Sadam Husein importó al mes unos 300 millones de cigarrillos, 38.000 botellas de whisky, 230.000 latas de cerveza, alrededor de 40.000 litros de vodka y cerca de 20.000 botellas de vino. Estos datos, además, se desprendían de un informe confidencial que había circulado en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, según reconoció el propio Peter Hain, entonces responsable del Foreign Office.

Según el investigador John Fawcett, del bufete estadounidense de abogados Kreindler and Kreindler, además de los hijos de Sadam Husein, otras organizaciones también se ocupaban del contrabando de tabaco en Irak. Un detallado informe, elaborado por Fawcett para la Coalición para la Justicia Internacional y al que ha tenido acceso Libertad Digital , explica que, según una denuncia presentada en noviembre de 2001 por la Unión Europea ante la Justicia de los EEUU contra dos compañías tabaqueras estadounidenses, RJ Reynolds y Phillip Morris, estas y otras empresas estarían violando las convenciones internacionales contra la corrupción, al vender, directa o indirectamente, grandes cantidades de cigarrillos a organizaciones terroristas y a Estados que, como Irak, habrían sustentado económicamente a dichas organizaciones criminales. En la Corte del Distrito de Nueva York, la demanda presentada por la UE aporta documentos y pruebas para afirmar textualmente que “hay un enlace claro y directo entre el contrabando de tabaco, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y el régimen iraquí”.

Otro fraude: impuestos a los peregrinos chiíes

Según John Fawcett, uno de los mayores expertos mundiales en las tramas económicas urdidas por Sadam Husein y sus hijos para hacerse multimillonarios, los peregrinos chiíes que visitaban las ciudades santas de Karbala y Nayaf tenían que pagar grandes cantidades de dinero al Estado iraquí a través de varias organizaciones regidas por Uday y Qusay, los hijos de Sadam. En 1980, Irak e Irán cerraron sus fronteras, impidiendo a la importante comunidad chií de Irán, que conforma la mayor parte de su población, visitar sus lugares santos en territorio iraquí. Los peregrinos iraníes, si querían cumplir con su devoción, tenían que viajar a un tercer país, generalmente a Jordania, para cruzar la frontera, por lo que disminuyó notablemente la entrada de peregrinos a Irak.

Desde 1990, cuando la comunidad internacional impuso un capítulo de sanciones a Irak por invadir Kuwait, el flujo de peregrinos chiíes se redujo notablemente, pasando del millón anual (casi todos de Pakistán, India y el Líbano) a un goteo casi imperceptible. En el fondo, este hecho alegró a Sadam Husein, cuya inquina por los chiíes quedó demostrada en numerosas ocasiones a lo largo de las últimas décadas, ya que él y su clan familiar pertenecen a la secta de los suníes, que controlaba todos los resortes del poder pese a ser minoritaria en Irak. En 1991, el dictador reprimió con gran violencia una sublevación chií al sur del país, dejando infinidad de muertos, y en los últimos días ha aparecido en Irak una fosa común en la que habría alrededor de 15.000 cadáveres, casi todos chiíes. Sin embargo, en 1998 se produjo un cambio importante en las relaciones entre Irak e Irán, cuando Qusay Husein se reunió en la frontera con el Ministro de Inteligencia del régimen iraní y dicho encuentro concluyó con un pacto para que 3.000 peregrinos iraníes pudieran volver a tener acceso a sus lugares sagrados cada año.

En 1999, cuando se abrieron las primeras rutas, los peregrinos tenían que tomar obligatoriamente un autobús de la compañía Al-Hoda, que les recogía en la frontera con Irán. Dicha empresa pertenecía al Estado iraquí y estaba bajo control de Uday Husein, el hijo mayor del dictador. Los precios por persona rondaban los 350 dólares por una visita de seis días, pero muy pronto empezaron a subir inesperadamente. Según John Fawcett, el régimen impuso un precio de 900 dólares por peregrino, que se repartían así: 600 directamente para el Gobierno iraquí, 100 para pagar el visado y otros 150 para el billete y la comida, sin mencionar los 50 dólares que obligatoriamente tenían que cambiar por dinares iraquíes todos los peregrinos al cruzar la frontera. Aunque el acuerdo con Irán se interrumpió durante algunos meses en 1999, a finales de 2000 se volvió a recuperar el flujo de peregrinos, pasando de los 3.000 autorizados a 4.800. Desde entonces, los beneficios para las arcas estatales iraquíes –es decir, para los bolsillos de Sadam y sus hijos– fueron incrementándose hasta alcanzar los dos millones de dólares anuales, según Fawcett.


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