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Rusia acude la cumbre del G-8 por primera vez como miembro de pleno derecho

Rusia acude a la cumbre que el G8 celebra en Evian (Francia) por primera vez como miembro de pleno derecho de este club de elite, pese al largo camino que aún tiene por delante para acercar su economía a la de los países más ricos.

L D (EFE) Tras la ordalía que ha significado para Rusia y su apuesta por Occidente la serie de cumbres celebradas en San Petersburgo, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha decidido sacar el mayor provecho de ese protagonismo en el foro de los más grandes del planeta. Pero dado que la presencia rusa en el Grupo de los Ocho es más una cuestión de deferencia política que económica (para un país en el que es brutal la brecha entre los ingresos de los pudientes y los de los menos favorecidos), Putin llega a Evian para realzar la imagen de una Rusia ansiosa de ser tratada como un igual.

Ante el G-8, Moscú aparcará de momento su eterna demanda de acceder a la Organización Mundial del Comercio y centrará sus propuestas en asuntos generales, como la cooperación para la reconstrucción de Irak, la lucha antiterrorista, el desarrollo de los países pobres y la no proliferación armamentística. "Rusia está lista para utilizar el diálogo en el seno del G-8 para transferir la normalización del problema de Irak a la ONU", señaló el portavoz del ministerio ruso de Asuntos Exteriores, Alexander Yakovenko. El portavoz indicó que en Evian se podrá dilucidar el papel que puede desempeñar el propio Grupo de los Ocho en la reconstrucción iraquí.

Yakovenko también destacó que se abordará el desarrollo económico global, el impulso a la economía de mercado y los problemas de los países menos favorecidos, algunos de los cuales fueron invitados a esta cumbre del G-8. El portavoz ruso explicó que Rusia quiere reforzar el papel del G-8 en el fortalecimiento del régimen de no proliferación de armas de destrucción masiva, pero subrayó su rechazo del uso de la fuerza como medio para impedir la adquisición por determinados países de ese tipo de armamento. Sobre la lucha antiterrorista, Yakovenko describió "la notable experiencia de Rusia y destacadas posibilidades técnicas y de información en esa esfera", cuestión que se planteará ante los países miembros del G-8.

Yakovenko destacó entre otros temas de la cumbre la aplicación de la "Hoja de ruta" para alcanzar la paz en Oriente Medio, la crisis norcoreana o la situación en torno a Afganistán y el tráfico de drogas desde este país. Moscú insistirá en la necesidad de lanzar un aviso claro a Pakistán –aliado principal de EEUU en el sur de Asia– para que impida el paso de "terroristas" desde su territorio a la India a través de la llamada "línea de control" y abra vías de diálogo con Nueva Delhi. Para defender su posición paritaria en el G-8, Moscú aduce que en el último año ha impulsado una serie de programas, principalmente de carácter médico, que Putin quiere recordar en Evian.

Putin presentará así una iniciativa para desarrollar programas de medicina por televisión, que, según el Kremlin, obtendrá el respaldo al menos del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Ante la escasa relevancia global de propuestas de este tipo, no es de extrañar el escepticismo con que ha acogido la prensa rusa la participación de su país en Evian. Los expertos rusos ven con mayor optimismo –al menos por su efecto propagandístico– los encuentros bilaterales de Putin en la ciudad gala, con figuras como Berlusconi, el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro canadiense, Jean Chrétien. Putin además se reunirá hoy con algunos de los jefes de Estado y de Gobierno de países en desarrollo que fueron invitados a Evian, como los presidentes de México, Vicente Fox, y Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, o el primer ministro malayo, Mahathir bin Mohamad.

Según destacó el asesor de Putin en cuestiones económicas, Andréi Ilariónov, el nuevo estatus ruso en el G-8 es el resultado de un ímprobo esfuerzo para superar los problemas que Moscú ofrecía hace apenas tres años, cuando incluso el Kremlin se planteaba no pagar parte de su deuda exterior. El acercamiento a EEUU y Europa tras el "11-S" sentó las bases de la nueva cooperación rusa con Occidente, cuyo fruto es esta nueva posición en el G-8, como se conoce eufemísticamente al grupo de los siete países más ricos más Rusia. Otro resultado es la invitación para que Rusia presida la cumbre del G8 en 2006, que, en palabras de Ilariónov, impulsa el papel de este foro "como un importante instrumento para la defensa de los intereses rusos" en el actual orden internacional.

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