L D (EFE) El pasado mes de septiembre, en una carta enviada a los presidentes de la FFC, Jean Pitallier, y de la Liga del Ciclismo Profesional, Thierry Cazeneuve, el doctor mostró su inquietud sobre un repunte del consumo de EPO y por la situación sanitaria de un buen número de ciclistas.
"El movimiento actual me recuerda demasiado a 1997 y me hace temer lo peor. La situación sanitaria del pelotón francés, profesional o aficionado, se ha convertido en inquietante", indica Mégret al diario vespertino Le Monde . El médico dice que el seguimiento médico de los ciclistas ponía de manifiesto un consumo de EPO general en el pelotón, lo que contrasta con que sólo un ciclista fuera controlado positivo durante el Tour de Francia. Algunos de los parámetros medidos en el seguimiento médico apuntaban al consumo de sustancias dopantes.
En las muestras sanguíneas del 30 por ciento de los ciclistas, el porcentaje de glóbulos rojos jóvenes pasa del 1,8 por ciento en el primer control del seguimiento al 29,2 por ciento en el tercero, lo que para el médico significa que hay "una simulación exógena de proeducción de glóbulos rojos", que puede deberse a un consumo de EPO. También se detectó en un 30 por ciento de los ciclistas un volumen anómalo por defecto de eliminación de hierro que se deposita en el hígado, algo que puede ser causado también por la EPO. Estos indicadores, además de apuntar a un repunte del dopaje, provocaron alarma en el médico por el estado sanitario de los ciclistas.
Los directivos que recibieron la carta mostraron su preocupación por la situación, aunque no lo hicieron en público. Ambos se dirigieron al ministro de Deportes, Jean-Francois Lamour, al que pidieron, por un lado, el incremento de los controles antidopaje por sorpresa y, por otro, la posibilidad de obligar a mantener reposo a los corredores cuyos niveles del control médico longitudinal sean anómalos. Aunque el ministro en principio no atendió a estas medidas, la explosión del caso Cofidis le hizo cambiar de opinión y a finales de enero anunció que se incrementarían los controles por sorpresa y que se suspendería a ciclistas por motivos sanitarios si sus niveles médicos eran anómalos.
"El movimiento actual me recuerda demasiado a 1997 y me hace temer lo peor. La situación sanitaria del pelotón francés, profesional o aficionado, se ha convertido en inquietante", indica Mégret al diario vespertino Le Monde . El médico dice que el seguimiento médico de los ciclistas ponía de manifiesto un consumo de EPO general en el pelotón, lo que contrasta con que sólo un ciclista fuera controlado positivo durante el Tour de Francia. Algunos de los parámetros medidos en el seguimiento médico apuntaban al consumo de sustancias dopantes.
En las muestras sanguíneas del 30 por ciento de los ciclistas, el porcentaje de glóbulos rojos jóvenes pasa del 1,8 por ciento en el primer control del seguimiento al 29,2 por ciento en el tercero, lo que para el médico significa que hay "una simulación exógena de proeducción de glóbulos rojos", que puede deberse a un consumo de EPO. También se detectó en un 30 por ciento de los ciclistas un volumen anómalo por defecto de eliminación de hierro que se deposita en el hígado, algo que puede ser causado también por la EPO. Estos indicadores, además de apuntar a un repunte del dopaje, provocaron alarma en el médico por el estado sanitario de los ciclistas.
Los directivos que recibieron la carta mostraron su preocupación por la situación, aunque no lo hicieron en público. Ambos se dirigieron al ministro de Deportes, Jean-Francois Lamour, al que pidieron, por un lado, el incremento de los controles antidopaje por sorpresa y, por otro, la posibilidad de obligar a mantener reposo a los corredores cuyos niveles del control médico longitudinal sean anómalos. Aunque el ministro en principio no atendió a estas medidas, la explosión del caso Cofidis le hizo cambiar de opinión y a finales de enero anunció que se incrementarían los controles por sorpresa y que se suspendería a ciclistas por motivos sanitarios si sus niveles médicos eran anómalos.