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EL ORO EN ATENAS PUSO EL COLOFÓN A SU CARRERA

Alina Kabaeva, la mejor gimnasta de la historia, anuncia su retirada

Lo ha conseguido todo en el mundo de la gimnasia rítmica. El pasado mes de agosto logró el oro más preciado, el de los Juegos Olímpicos de Atenas, que ponía un broche inmejorable a su brillante carrera. Tras eso, la rusa Alina Kabaeva, quizá la mejor gimnasta de todos los tiempos, se lo ha pensado y ha anunciado este domingo su retirada de la alta competición.

Lo ha conseguido todo en el mundo de la gimnasia rítmica. El pasado mes de agosto logró el oro más preciado, el de los Juegos Olímpicos de Atenas, que ponía un broche inmejorable a su brillante carrera. Tras eso, la rusa Alina Kabaeva, quizá la mejor gimnasta de todos los tiempos, se lo ha pensado y ha anunciado este domingo su retirada de la alta competición.
L D (EFE) Dos títulos mundiales y cinco europeos en categoría individual completan su historial, que también incluye innumerables triunfos y medallas en las disciplinas de equipos y por aparatos. Un positivo por dopaje en el año 2001, que le quitó otro campeonato mundial que había ganado en Madrid, es la única mancha de una carrera sobresaliente, que llevó a la gimnasia rítmica a nuevas cotas de popularidad gracias a las numerosas campañas publicitarias protagonizadas por esta gimnasta.

Kabaeva nació en Tashkent en 1983, hija de un futbolista profesional que condujo a la familia por diferentes ciudades de Uzbekistán, Kazajistán y Rusia. Alina, aficionada a la gimnasia rítmica desde muy pequeña, pasó por sucesivas escuelas que la rechazaron por sus kilos de más. Hasta que, en 1994 en Moscú, cayó en manos de la prestigiosa preparadora Irina Viner. "La niña tenía las dos cualidades esenciales en la gimnasia: salto y flexibilidad. El resto podía conseguirse con una mejora en la alimentación, el estilo de vida y el entrenamiento", recuerda Viner.

Los éxitos tardaron cuatro años en llegar. Kabaeva, en su quinta salida de Rusia con el equipo nacional, se proclamó en Oporto campeona de Europa a los 15 años. A partir de entonces contó casi todas sus participaciones por victorias y la nota de diez volvió a ser habitual en los gimnasios. En los Juegos Olímpicos de Sydney cometió un único error, con el aro, que la condujo al tercer escalón del podio. Comenzó el siguiente ciclo se entrenó con un único objetivo: hacerse con el oro en Atenas 2004.

Pero la sanción por dopaje alteró sus planes. Sus entrenadores aseguran que durante la suspensión descuidó su preparación y sumó 16 kilos a los 45 que pesaba. Participó en varios desfiles de moda, trabajó como presentadora de televisión y como actriz en un 'western' rodado en Japón y fue objeto preferente de la prensa del corazón por su presunto noviazgo con el joven empresario Yan Abrámov. Durante su breve retiro forzoso, al menos en tres ocasiones la prensa anunció una inminente boda de la gimnasta, cada vez con un hombre distinto. Sólo una deportista con sus cualidades naturales podía volver a la alta competición y al primer lugar de las listas de resultados. El oro de Atenas era el colofón que andaba buscando para abandonar la gimnasia por la puerta grande.

Su extrema flexibilidad le hizo protagonizar sobre el tapiz escenas más propias de una contorsionista que de una gimnasta. Siempre contó, además, con la simpatía de las jueces, para desesperación de las dos rivales que la han acompañado habitualmente en el podio en los últimos años, su compatriota Irina Tchachina y la ucraniana Anna Bessonova. Su maestría no quedará desaprovechada si, como ha manifestado, se centra en su proyecto de crear una escuela internacional de gimnasia, por encima de sus otras aficiones, más o menos artísticas.

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