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España rompe el gafe e inscribe su nombre con letras de oro en el Mundial de balonmano

Un partido que ha rozado la perfección le ha servido a la selección española de balonmano para vencer de forma aplastante a Croacia y proclamarse campeona del mundo por primera vez en su historia. Era la primera vez que España acudía a una final mundialista, y los pupilos de Juan Carlos Pastor no han defraudado a los aficionados pese a que enfrente estaban los defensores del título de Portugal 2003 y actuales campeones olímpicos.

Un partido que ha rozado la perfección le ha servido a la selección española de balonmano para vencer de forma aplastante a Croacia y proclamarse campeona del mundo por primera vez en su historia. Era la primera vez que España acudía a una final mundialista, y los pupilos de Juan Carlos Pastor no han defraudado a los aficionados pese a que enfrente estaban los defensores del título de Portugal 2003 y actuales campeones olímpicos.

(Libertad Digital) Hasta ahora España había subido al podio en cinco ocasiones. Se colgó el bronce olímpico en Atlanta 1996 y en Sydney 2000. Otro bronce en el Campeonato de Europa Croacia 2000 y dos platas también europeas, en España 1996 e Italia 1998. España se encontraba ante la oportunidad de su vida, en su primera final de un Mundial, una ocasión de oro. Todo salió extraordinariamente bien. En ataque todas las líneas se mantuvieron en guardia y jugaron a la altura del histórico momento. En defensa todas la opciones funcionaron. Primero, una cerrada 6-0 con la que minaron a los croatas y luego una mixta que también maniató al rival.

Juan Carlos Pastor alineó de inicio la combinación que más rindió en la semifinal frente a Túnez, a excepción de la portería que José Javier Hombrados tuvo el honor de ocupar al comienzo del encuentro. Albert Rocas y Juanín García en los extremos, Rolando Uríos en el pivote y en la primera línea Chema Rodríguez alternando con Iker Romero, Mateo Garralda y Alberto Entrerríos. Juancho Pérez y Rubén Garabaya apoyaban en retaguardia. Los croatas no podían imaginar lo que se les venía encima. Todo salía de lujo. La única igualdad existió durante los diez primeros minutos y fue en el marcador, pero mientras los ataques que llegaban a la portería de Sola tenían varias firmas (Romero, Rodríguez, Uríos, Garralda, García, Entrerríos) -es decir, desde todos los ángulos-, los croatas procedían únicamente de Balic, Vori y Dzomba.

En el bando balcánico casi nada salía bien. Ni siquiera la opción de tener a Metlicic entre algodones. España llegó a los quince minutos con ventaja de tres goles (10-7) con un parcial de 4-1. En esa fase el marcador ya llevó la desesperación al banquillo croata, cuyo seleccionador tuvo que solicitar tiempo muerto. De poco le valió. Los siguientes cinco minutos transcurrieron por los mismos derroteros. García, de penalti, Uríos, Ortega y, de nuevo, el artista Juanín al contragolpe hicieron insignificante el único tanto de Dzomba desde los siete metros. La defensa, marca de Juan Carlos Pastor, se crecía cada vez que abortaba un ataque del rival. Y el ataque español secundaba las acciones defensivas con sus goles.

En la segunda parte en la primera acción de gol de España, que materializó García, el portero Vlado Sola se hizo daño en la mano derecha. Croacia estaba fuera del partido y Hombrados, que repelía todo lo que le llegaba, le iba dando empujones hasta casi sacarla del pabellón. A los cinco minutos de la reanudación en el tanteador se había abierto una zanja de diez goles. La distancia era sustanciosa como para precipitarse, se trataba de ganar el oro mundial, pero con inteligencia y no incurrir en los mismos errores de la primera fase, cuando se tiró por la borda una la renta conseguida y que le costó el partido. A estas alturas del partido todos los jugadores españoles tenían una parte de la victoria en su haber. España no incurría en errores y si alguno se escapaba, rápidamente quedaba eclipsado por una nueva maravillosa acción en defensa que enlazaba con otra opción de ataque.

Sola no era ni su sombra. Como los pavos, engullía lo que España le arrimaba.  En el minuto 12 de esta mitad España campeaba con doce a su favor. Fue únicamente cuando bajó un poco el ritmo trepidante con el que vapuleó a Croacia. El jactancioso carácter croata no daba crédito a lo que ocurría. El título que han exhibido durante dos años, adornado recientemente con el oro olímpico, se les escurría de las manos. En el minuto 24, Alberto Entrerríos igualó el número de goles, 37, (37-28) que hasta España le había conseguido meter a Croacia. Fue en Lisboa, también en un Mundial, pero en las semifinales. A falta de un minuto para el final, Pastor dio entrada a Demetrio Lozano para que participara de la fiesta. No le dio tiempo a disfrutar en la cancha. Después, en el primer cajón del podio, España, todos juntos, volvió a ser un equipo. "Dentro y fuera del terreno de juego", como le gusta a Pastor.

 

¡Enhorabuena, campeones!

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