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Los toros de Juan Pedro Domecq protagonizan un sexto encierro rápido y emocionante

Los toros de la ganadería sevillana de Juan Pedro Domecq han protagonizado el sexto encierro de los Sanfermines, que resultó rápido y emocionante, sin que ninguno de los corredores resultara corneado. Poco menos de tres minutos tardaron los astados en recorrer los 850 metros de esta antepenúltima carrera, en la que pese a haber menos corredores que en días anteriores llegó a formarse un montón de unos veinticinco mozos en la calle Estafeta. Un total de 29 personas tuvieron que ser atendidas tras el encierro, en el que ningún corredor resultó corneado.

Los toros de la ganadería sevillana de Juan Pedro Domecq han protagonizado el sexto encierro de los Sanfermines, que resultó rápido y emocionante, sin que ninguno de los corredores resultara corneado. Poco menos de tres minutos tardaron los astados en recorrer los 850 metros de esta antepenúltima carrera, en la que pese a haber menos corredores que en días anteriores llegó a formarse un montón de unos veinticinco mozos en la calle Estafeta. Un total de 29 personas tuvieron que ser atendidas tras el encierro, en el que ningún corredor resultó corneado.
L D (EFE) Con el primer cohete, la torada salió a las 8:00 horas de los corrales de Santo Domingo con los cabestros en cabeza y los toros un poco rezagados, aunque rápidamente uno de ellos se adelantó y cogió una gran velocidad.
 
Mientras se registraban las primeras caídas, la manada enfiló la plaza del Ayuntamiento, donde el burel que abría el grupo cayó al suelo, aunque se levantó rápidamente sin llegar a separarse de sus hermanos. Una vez más, el antideslizante aplicado en la calzada tuvo sus efectos y ninguno de ellos cayó en la curva de Mercaderes, como era habitual en años precedentes, si bien el primero resbaló.
 
Pese a la limpieza con la que atravesaron la curva, en la calle Estafeta la manada comenzó a disgregarse y dos toros, uno castaño y otro jabonero, tomaron la cabeza, seguido de otros dos "juanpedros" por una parte y de los otros dos, cada uno por su lado. Los huecos que se abrieron entre los animales permitieron a los mozos protagonizar bonitas carreras y lucirse ante las astas. Hacia la mitad de esta calle cayeron varios mozos formando un montón, contra el que tropezó un toro negro que cayó al suelo un poco más adelante y se levantó para seguir su camino sin entretenerse con los corredores.
 
Ya al final de este tramo volvieron a agruparse tres toros y un cabestro, que se pusieron al mando de la torada y enfilaron sin incidencias hacia la Plaza de Toros, donde, nada más tocar la arena, frenaron su carrera y se abrieron hacia la parte derecha. El resto de la manada entró poco a poco en el coso y el último lo hizo con los cabestros de cola, demostrando reticencia a la hora de introducirse en chiqueros, aunque finalmente los dobladores pudieron llevarlo a punta de capote.
 
 

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