LD (Europa Press) La presidenta del Gobierno regional madrileño, Esperanza Aguirre, tomó posesión del cargo para un segundo mandato con "energía renovada", dispuesta a gobernar "para todos, pensando en todos y por el bien de todos" y agradeciendo con emoción el apoyo recibido de compañeros, familiares y amigos.
Un millar de personas estaban invitadas a la toma de posesión, a la que asistieron los ministros de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, y de Cultura, Carmen Calvo, junto a la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, el presidente del Tribunal de Cuentas, Ubaldo Nieto, y el de la Audiencia Nacional, José Carlos Dívar.
También estuvieron presentes los anteriores presidentes del Gobierno madrileño, el socialista Joaquín Leguina y Alberto Ruiz-Gallardón, -actual alcalde de la capital- y la delegada del Gobierno en Madrid, Soledad Mestre, así como los presidentes electos de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, y de Melilla, Juan José Imbroda.
Asistieron igualmente el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y el nuncio del Vaticano, Manuel María Monteiro, junto a rectores universitarios, representantes sindicales y responsables empresariales, entre ellos el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán.
La presidenta del Ejecutivo madrileño estuvo además arropada por los máximos dirigentes nacionales del PP: el presidente, Mariano Rajoy; el secretario general, Ángel Acebes, y el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Eduardo Zaplana.
Como sucedió en su anterior toma de posesión, Aguirre incluyó hoy en su discurso una mención especial a su esposo, Fernando Ramírez de Haro, "el gran sacrificado de mi vida política", dijo, para agradecerle su "paciencia, generosidad, sentido del humor, inteligencia y, lo que para mí es más importante, su patriotismo", palabras que pronunció entrecortadas por la emoción y que fueron interrumpidas en varias ocasiones por los aplausos del público.
En el escaso cuarto de hora que duró el discurso, la presidenta proclamó su orgullo de ser madrileña y de haber vivido siempre en Madrid, hasta el punto, afirmó, de que "no me imagino vivir en ningún otro lugar de la Tierra", pues para ella los madrileños son "el mayor tesoro" de esta región.
Los militantes del PP, los dirigentes del partido, la oposición regional o los miembros del Gobierno madrileño durante la última legislatura fueron también objeto de la gratitud de Aguirre, que confió en que su voluntad, sus "ilusiones y energías renovadas" y "la ayuda de Dios" le ayuden a alcanzar todos los objetivos que se ha marcado, porque, aseguró, "no quiero ni puedo defraudar a los madrileños".
Un millar de personas estaban invitadas a la toma de posesión, a la que asistieron los ministros de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, y de Cultura, Carmen Calvo, junto a la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, el presidente del Tribunal de Cuentas, Ubaldo Nieto, y el de la Audiencia Nacional, José Carlos Dívar.
También estuvieron presentes los anteriores presidentes del Gobierno madrileño, el socialista Joaquín Leguina y Alberto Ruiz-Gallardón, -actual alcalde de la capital- y la delegada del Gobierno en Madrid, Soledad Mestre, así como los presidentes electos de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, y de Melilla, Juan José Imbroda.
Asistieron igualmente el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y el nuncio del Vaticano, Manuel María Monteiro, junto a rectores universitarios, representantes sindicales y responsables empresariales, entre ellos el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán.
La presidenta del Ejecutivo madrileño estuvo además arropada por los máximos dirigentes nacionales del PP: el presidente, Mariano Rajoy; el secretario general, Ángel Acebes, y el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Eduardo Zaplana.
Como sucedió en su anterior toma de posesión, Aguirre incluyó hoy en su discurso una mención especial a su esposo, Fernando Ramírez de Haro, "el gran sacrificado de mi vida política", dijo, para agradecerle su "paciencia, generosidad, sentido del humor, inteligencia y, lo que para mí es más importante, su patriotismo", palabras que pronunció entrecortadas por la emoción y que fueron interrumpidas en varias ocasiones por los aplausos del público.
En el escaso cuarto de hora que duró el discurso, la presidenta proclamó su orgullo de ser madrileña y de haber vivido siempre en Madrid, hasta el punto, afirmó, de que "no me imagino vivir en ningún otro lugar de la Tierra", pues para ella los madrileños son "el mayor tesoro" de esta región.
Los militantes del PP, los dirigentes del partido, la oposición regional o los miembros del Gobierno madrileño durante la última legislatura fueron también objeto de la gratitud de Aguirre, que confió en que su voluntad, sus "ilusiones y energías renovadas" y "la ayuda de Dios" le ayuden a alcanzar todos los objetivos que se ha marcado, porque, aseguró, "no quiero ni puedo defraudar a los madrileños".