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Enrique Collazo

Tremendo Chevrolet

Los cubanos de la Isla acaban de proclamar a los cuatro vientos que ostentan la supremacía tecnológica absoluta del Tercer Mundo. Existe un conocido pasaje de la Santa Biblia que describe que Dios caminó por sobre las aguas. Pues bien, dele a un cubano una furgoneta Chevrolet, una docena de bidones de 55 galones con el fin de mantenerlo a flote, más una nueva y más larga barra de trasmisión acoplada a una propela y verá como es capaz de hacer lo mismo.

De seguro que infinidad de televidentes no fueron capaces de dar crédito a lo que veían sus ojos. Sí, señoras y señores, créanlo o no lo crean: una camioneta Chevrolet del 51 –algunos afirman que ese modelo es del 49– surcando las moviditas aguas del estrecho de la Florida. Aquella maravilla de la tecnología flotaba cual vehículo anfibio, mientras era interceptado por la Guardia Costera de los Estados Unidos.

Ahora sabemos que desafortunadamente sus intrépidos e ingeniosos tripulantes fueron devueltos a Cuba y peor aún: el artilugio flotante fue hundido, pues “representaba un peligro para la navegación”. Es de sospechar que el cabreo que ahora mismo tiene la peña de la Cuba del Norte sea espectacular, pues sinceramente el Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos metió la pata, ya que lo primero que tenía que hacer era remolcar el prodigio tecnológico hasta el puerto más cercano, de forma de conservarlo para la historia, tanto de la tecnología cubana, como de la emigración anticastrista. En segundo lugar, había que identificar en detalle a la persona o personas que en base a su talento y a su enorme valentía, aunque contando con escasos recursos técnicos para su arriesgada empresa, lograron lo imposible: hacer que el añoso Chevy flotara cual Arca de Noé y que fuera capaz de desarrollar una increíble velocidad para quedarse solamente a escasos 60 km de la costa floridana más cercana.

Pues bien, a ese brillante temerario y renovador tecnológico había que ponerlo en contacto inmediatamente con el Presidente de la General Motors, multinacional a la cual pertenece la marca Chevrolet, pues el directivo en cuestión, una vez enterado de la increíble proeza que unos creativos cubanos hicieron realidad a partir de un cacharro de 52 años, de seguro que habría contratado a nuestros paisanos para engrosar la plantilla de los innovadores de esa firma. Gente con semejante inventiva y resolución, bien podrían hacer que el todo-terreno Chevy Blazer se convirtiera en un vehículo anfibio capaz de cruzar el Amazonas o el Atlántico en tiempo record, eliminando de la competencia al resto las marcas de vehículos de ese tipo y elevando consecuentemente las acciones de la G.M.C. en la bolsa de valores neoyorkina.

Pero más allá de la espectacularidad de este increíble suceso, estos admirados y audaces compatriotas del barrio habanero del Diezmero, lograron algo que aunque parezca anecdótico y simpático, resume una vez más la determinación del pueblo cubano por escapar del terror castrista, además del talento y el ingenio que siempre lo han distinguido.


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