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Carlos Sabino

La continuación del "chavismo"

A pesar de todos los escollos puestos por el gobierno, existe la impresión en Venezuela que podremos terminar con la presidencia de Hugo Chávez por la vía pacífica y constitucional del referéndum revocatorio. Le será muy difícil a nuestro aspirante a dictador torcer la voluntad de millones de personas que han firmado para que se celebre esa consulta. Y, en caso de producirse la votación, todos sabemos aquí cual será el resultado: una abrumadora derrota política de quien creía podía gobernar sin interrupciones hasta la mágica fecha de 2021.
 
Por eso hay una cierta relajación de las tensiones en estos primeros días del año 2004. La posibilidad de acabar con la pesadilla chavista, la esperanza de que en pocos meses tengamos un nuevo gobierno, no alcanza sin embargo para despejar todas las nubes de nuestro tormentoso escenario. Todos sabemos que el fin del gobierno de Hugo Chávez será apenas el comienzo de un proceso de reconstrucción que, por el estado en que se encuentra el país, no podrá ser muy breve e implicará realizar un inmenso esfuerzo. Por eso muchas personas, partidos y organizaciones se han abocado a la tarea de diseñar visiones de futuro, de elaborar metas, programas y medidas que puedan sacarnos de la crisis actual.
 
Particularmente importantes serán las acciones a definir en el campo de la política económica, tanto porque atravesamos una coyuntura complicada y peligrosa como por la necesidad de hacer frente, en el corto plazo, a los enormes problemas sociales que se han exacerbado en estos últimos años. Es al llegar a este punto cuando aparecen, como es comprensible, las naturales discrepancias de opinión entre quienes, aún desde la oposición, se inclinan por diversas escuelas del pensamiento económico o trazan escenarios diferentes para el futuro previsible.
 
Hay quienes, en un extremo, se inclinan por hacer pocos cambios, mientras que otros, más audaces, prefieren que se avance hacia una política económica radicalmente diferente a la actual. Los primeros, por ejemplo, piensan que es riesgoso levantar de una vez el control de cambios que hoy nos oprime: temen que una liberación del dólar, en condiciones de inestabilidad, podría desembocar en una corrida que elevaría desmesuradamente su precio, trayendo como consecuencia una inflación difícil de controlar y muy perniciosa para el gobierno que se instale después de Chávez; consideran, del mismo modo, que debe mantenerse una amplia política de subsidios a los sectores populares para impedir un descontento generalizado que podría acabar favoreciendo otra vez a los chavistas.
 
Quienes se oponen a este modo de pensar, señalan el riesgo de mantener una orientación económica que, como la actual, ahuyenta las inversiones privadas, desequilibra las cuentas fiscales y genera, en definitiva, más pobreza y más desempleo. Piensan que eso no sería otra cosa que un "chavismo sin Chávez" y que, así, poco avanzaríamos en la imperiosa transformación del país. Sostienen que la salida de Chávez del poder, en cualquier caso, provocará un retorno de la confianza que permitirá una rápida y ordenada finalización del control de cambios. Si a esto se le añade el anuncio -y las primeras medidas concretas- de una nueva orientación política que enfrente con seriedad el problema del déficit fiscal y resulte amistosa hacia la inversión privada, se generarían las condiciones para que el país retorne de una vez a la senda del crecimiento que hace tanto tiempo abandonó.
 
No se trata, en realidad, de que hoy se enfrenten dos posiciones diferentes, claramente delineadas y opuestas entre sí. Lo que hay en la oposición a Chávez son más bien discrepancias en cuanto a matices, tiempos, estilos de conducción y percepciones respecto al futuro cercano. En todo caso, lo positivo es que estas importantes cuestiones se discuten hoy sin dogmatismos ni enfrentamientos innecesarios. Pero es decisivo ir definiendo, cuando todavía hay tiempo, lo que se hará si se llega al gobierno: de eso dependerá, sin duda alguna, que Venezuela pueda encaminarse hacia los cambios que tanto se necesitan para acabar con el atraso y el estancamiento que hoy nos agobian.
 
© AIPE
 
Carlos Sabinoes corresponsal de la agencia AIPE.

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