María Porto, directora de la galería Marlborough en España, tuvo que soportar durante más de tres horas las impertinencias de un reportero del programa “¡Aquí hay tomate!”. Obligada como está a permanecer en el stand que tiene la galería en la feria de arte contemporáneo ARCO, no hubo nadie que impidiera, ni siquiera los servicios de seguridad de la feria, ni los que con tanto celo piden acreditaciones, una situación que avergüenza a cualquiera que defienda el libre desarrollo de una labor profesional.
Un tipo de los que se hacen el gracioso, blandiendo un cartón con la versión de Telecinco de las latas Campbell de Warhol que sirven de decoración en el programa de cotilleo, se empeñó en abordar a los visitantes y posibles clientes con preguntas tan intrascendentes como molestas y estuvo haciendo intentos para hablar con María Porto, a la que arrinconó y tuvo que refugiarse en la trastienda.
El reportero, que seguramente sólo abandonó el recinto para que las imágenes llegaran a tiempo al programa, argumentaba que estaba acreditado y se parapetaba en la libertad de expresión para justificar lo que a todas luces era un acoso injustificado. Lo que estaba haciendo era que una ciudadana española desarrollara su labor con normalidad.
Álvarez Cascos ha bramado de nuevo contra esta situación, y Rodríguez Ibarra lo ha apoyado, pero estas voces tampoco servirán de nada si los dueños de Telecinco prefieren que Jorge Javier Vázquez le arranque un punto de audiencia a Antena 3 antes que poner freno a la presión que se ejerce sobre personas que son noticia sin provocarlo ni traficar con su vida privada.