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Fray Josepho

San Segundo, mártir

Hoy te dedico mis versos, venerable San Segundo,
claro ejemplo de ascetismo, de abnegación y de fe.
Hace diecinueve siglos que abandonaste este mundo
y, a pesar de tanto tiempo, no has quedado demodé.
 
Sufriste cárcel, martirio, y preferiste la muerte
—te cortaron la cabeza— antes que la abjuración.
Fueron terribles los tiempos que te tocaron en suerte,
pero hoy gozas en el Cielo de la glorificación.
 
Nuestros tiempos son mejores sólo en algunos aspectos:
en el desarrollo técnico y el bienestar material;
pero somos tan crueles, tan mezquinos, tan abyectos...
y bastante menos íntegros en el terreno moral.
 
Y en la enseñanza, ¡Dios mío!, ahí sí que retrocedemos:
las nuevas generaciones nadan en la tosquedad,
las escuelas e institutos son fábricas de hacer memos
y los maestros, los pobres, carecen de autoridad.
 
La decadencia es tan grave, que —sic transit gloria mundi—
hoy, San Segundo, tu  nombre puede llegarlo a tener
un mentecato, un mostrenco, un majadero, un mindundi...
o una ministra de cuota. Y qué le vamos a hacer.
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