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Rubén Osuna

Nobel y Príncipe de Asturias

En el caso de los Premios Príncipe de Asturias la cosa es aún peor, porque todos son de clase B. Además se conceden a la española, es decir, chapuceramente

Los premios Nobel de Literatura y de la Paz nunca debieron concederse con el nombre del inventor de la dinamita. A diferencia de los premios que se conceden en campos científicos, donde hay un método, unos criterios, una comunidad científica, en literatura y política la arbitrariedad es casi absoluta (peor en el segundo caso).
 
Han sido ya muchas las pifias de los Nobel políticos, desde Arafat a la última premiada, partidaria de la ablación del clítoris y otras bestialidades. En esos premios es imposible garantizar un principio que reduzca la posibilidad de hacer el ridículo a un mínimo aceptable, y las meteduras de pata acumuladas en la concesión de los Nobel no científicos afectan al lustre del premio en general (aunque todos saben que hay premios Nobel clase A y clase B, y la posibilidad de distinguirlos los salva del descrédito). En Economía, por ejemplo, ha habido un proceso acelerado de purificación científica en la disciplina, por así decir, y hoy día toda la Ciencia Económica respetable es producto de la aplicación del método científico a su objeto de estudio, con técnicas cada vez más refinadas que, en algún caso, superan en complejidad y sofisticación a las utilizadas en cualquier otra ciencia (es el caso de la estadística y la econometría y algunos campos de las matemáticas). La talla científica de los premios Nobel de Economía, una ciencia muy joven, es en todos los casos indiscutible, a pesar de que se premia a economistas que alcanzaron el cenit de su carrera hace 20 o más años (y en ese tiempo la Ciencia Económica ha avanzado mucho). No hay Ciencias "Sociales". Eso es un camelo que ha durado ya demasiado. O es una Ciencia o no lo es, y eso viene determinado por el método y no por el objeto.
 
En el caso de los Premios Príncipe de Asturias la cosa es aún peor, porque todos son de clase B. Además se conceden a la española, es decir, chapuceramente. Al personaje que es noticia el día que se reúne el jurado le puede caer un viaje a Oviedo con todos los gastos pagados. En su corta vida no podía haber acumulado más desprestigio.
 
El reciente artículo de Daniel J. Flynn en La Revista,Bobos intelectuales, ayuda a entender mejor lo que he explicado. Su libro es ciertamente recomendable. Este tema de la capacidad de una sociedad para entender la importancia de los criterios, de las normas, de la confianza y el prestigio que emana de ellas y del método científico (la mejor fórmula conocida para adquirir conocimientos rigurosos) es de suma importancia. El origen de muchos males de nuestro país está precisamente en esa incapacidad para entender y transmitir esos fundamentos, que si bien puede observarse siempre en cualquier parte, a nosotros nos afecta más gravemente. Sirva esta comparación de premios como ejemplo.

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