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Carlos Semprún Maura

Soflamas y sofismas

Algo en las manifestaciones de estos “proletarios de cuello blanco” fue censurado por los comentarios y reportajes sobre la supuesta magnitud del evento: las consignas a favor del “no” a la Constitución europea

Tuvimos otra “semana social”, y esto se convierte en rito, en procesiones sicilianas rogando para que llueva, en un paripé sin demasiada importancia pero la suficiente para que el gobierno se asuste y declare que va a tener “muy en cuenta” estas manifestaciones de descontento popular. En realidad, y como siempre, sólo se han manifestado los funcionarios, funcionarios de “todas las clases” eso sí, tanto profesores como ferroviarios, carteros como inspectores de hacienda. Y los discursos y soflamas sobre el apoyo o la participación del “sector privado” son pura filfa, los únicos huelguistas y manifestantes no funcionarios fueron los liceanos, o estudiantes.
 
Los estudiantes están divididos en dos sindicatos muy minoritarios pero propietarios del descontento juvenil. Uno, la UNL, fue creado por el socialista Julien Dray, y aún está discretamente dirigido por él. El otro, la FIDL, curiosamente, también está discretamente “aconsejado” por otro socialista, Jean-Christophe Cambadelis, y, sin embargo, se tiran los trastos a la cabeza y se pasan la vida zancadilla va a zancadilla viene, reflejo de las múltiples divisiones en las filas del PS. Como siempre, los medios se ocuparon paternalmente de las inquietudes de “nos chers petits”, y se multiplicaron las entrevistas en directo para la televisión. El resultado fue un aquelarre nada divertido. La delegada de no recuerdo qué liceo de provincias declaró, muy seria y responsable, que se manifestaba porque el gobierno quería reducir sus vacaciones a sólo quince días al año. Ni que decir tiene que se trata de una mentira absoluta. Otro, se manifestaba, dijo, porque el gobierno quería ningunear al bachillerato sin tener para nada en cuenta el hecho de que el ministro François Fillon ha retirado cobardemente su reforma del bachillerato de su plan de reformas. El bachillerato actual que pretenden defender éste y otros chavales, se ha convertido en un papel mojado ni siquiera reciclable que se otorga a casi todos, precisamente por eso, porque no tiene el menor valor. Las otras consignas sindicales de alumnos y profesores, de padres de familia y “mariachis” giraban en torno a la exigencia de más recursos, más personal docente e indecente, y, precisamente, leo en Le Figaro, que, según una nota confidencial de la “Cour des comptes”, o Tribunal de Cuentas, más de cien mil profesores, sobre un total de 665.000 para primaria y secundaria, no enseñan, no dan clases. ¿Qué hacen entonces? Pues, ¿qué van a hacer? Organizar las huelgas y manifestaciones, que para eso se les paga, no faltaba más.
 
Algo en las manifestaciones de estos “proletarios de cuello blanco” fue censurado por los comentarios y reportajes sobre la supuesta magnitud del evento: las consignas a favor del “no” a la Constitución europea. Esto me inspira dos comentarios: la eficacia de una sutil censura oficial a favor del “sí”; y el muy arraigado pánico de los funcionarios ante la amenaza de que “más Europa, signifique, para ellos, menos privilegios.

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