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Fray Josepho

Los nombres de España

(Repertorio de modos de nombrar la bicha por parte de nacionalistas y otros acomplejados)
 
Una solución sencilla
que viene de maravilla
es que, de forma genérica,
y casi por muletilla
suelten “Península Ibérica”.
 
También —ellos son así—
si hay circunstancias que obligan,
con disimulo gilí
es habitual que digan,
en lugar de España, “aquí”.
 
A veces se dan gran maña,
en el mitin de campaña,
para emplear este ardid:
nombran la parte, “Madrid”,
y callan el todo, “España”.
 
Algún cabecilla vasco
para el que España es estorbo,
poniendo cara de asco
le dice —¡toma del frasco!—
“lo que hay al sur de Pancorbo”.
 
Y tampoco es inaudito
que en un insólito quiebro,
esa testa de chorlito
largue el modismo exquisito
de “más pabajo del Ebro”.
 
Decir “España” es suplicio
que siempre saca de quicio
a esquerros republicanos:
de ahí viene el artificio
de “Países Castellanos”.
 
Y hay que ver cómo ha arraigado
en los medios de Polanco
ese tapujo afectado
de llamar a España “Estado”
(igual, por cierto, que Franco).
 
España se le indigesta
al progre chisgarabís,
por eso lo contrarresta
con la horterez manifiesta
de llamarla “este país”.
 
Si la nombran, por despiste,
la desazón los aplasta,
pues España sólo existe
para insultarla, hacer chiste...
o para pedirle pasta.
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