Ha bastado poco tiempo para que Pérez Touriño pierda su fama de tecnócrata. El discurso tecnocrático del período electoral lo cambió por el ideológico, por la manipulación de la historia, el día que tomó posesión del cargo. Los discursos de ese día fueron tan ideológicos, falsos y llenos de referencias a una historia idílica, como los cantos al pasado republicano, que entonan cotidianamente Carod-Rovira y su socio Rodríguez Zapatero. El nuevo presidente del Gobierno gallego, Pérez Touriño, siguiendo las consignas de los ideólogos del presidente de Gobierno, ha reivindicado para legitimar su futura acción gubernamental el pasado republicano del “socialismo galleguista” y el “nacionalismo democrático”. ¡Horror! Preparémonos para lo peor. Sustitución de la acción política real por un “discurso” miserable, meramente propagandístico y populista, sobre el pasado republicano. La ideología cubrirá las carencias de políticas concretas.
Sin embargo, la preguntas que cualquier ciudadano de bien necesita responder para no caer en la melancolía son sencillas: ¿Cuál es el poder exacto, casi demoníaco, que ejerce el pasado republicano sobre estos hombres?, ¿por qué un régimen político que llegó al poder de una extraña manera -según algunos, después de un golpe de Estado perpetrado entre otros por Sanjurjo y aceptado por Alfonso XIII; según otros, después de manipular unas elecciones municipales que habían ganado los monárquicos- tiene tantos seguidores?, ¿por qué un régimen político que nos condujo a la más sangrienta guerra civil de todos los tiempos aún es modélico para políticos que se presentan con más o menos sentido común?, en fin, ¿por qué es referencia democrática una República que sólo entre el 16 de febrero al 15 de julio de 1936, alojó en España 192 huelgas generales, se quemaron 196 iglesias, se destruyeron 78 centros religiosos, se asaltaron 10 periódicos y se perpetraron 223 asesinatos políticos?