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Estiramiento estratégico

España, que gasta cinco veces menos en defensa que Francia o el Reino Unido y un tercio de lo que hace Italia, tendría sin embargo desplegados muchos más efectivos en Afganistán que cada uno de estos tres países

España es el segundo país que más tropas tienen comprometidas en Afganistán. Una cifra que supera los mil efectivos, aunque en este momento los efectivos desplegados parece que se sitúan en torno a los 850. Nuestro país contribuye así con este numeroso contingente a dos misiones simultáneas en suelo afgano. Por un lado, somos responsables de un Equipo de Reconstrucción Provincial en la región de Badghis, con un máximo de 540 efectivos. Por otro, el Ministerio de Defensa había accedido a desplegar temporalmente 500 soldados adicionales para supervisar las elecciones legislativas que tendrían lugar el próximo mes de octubre en este país. En total 1.040 hombres y mujeres vistiendo el uniforme español en tierras afganas.
 
La cuestión es si el país que menor esfuerzo presupuestario realiza en defensa de toda la OTAN, con la excepción de Luxemburgo, puede ser al mismo tiempo el país que mayor compromiso asuma en las misiones internacionales de la Alianza, con la excepción de Alemania. Sin querer establecer un automatismo entre la precariedad de algunos medios de los que disponen las Fuerzas Armadas y el supuesto accidente sufrido por nuestras tropas en Afganistán, aún el Gobierno no ha descartado la posibilidad de un ataque, lo cierto es que es muy posible que nuestro Gobierno esté exigiendo a nuestros ejércitos más de lo que les está dando.
 
Por seguir con el ejemplo de ISAF, España, que gasta cinco veces menos en defensa que Francia o el Reino Unido y un tercio de lo que hace Italia, tendría sin embargo desplegados muchos más efectivos en Afganistán que cada uno de estos tres países. Esta situación sitúa permanente a nuestros ejércitos al borde mismo de sus capacidades operativas.
 
Esta carencia de medios repercute muy especialmente en el esfuerzo de nuestro personal. La escasez de soldados y marineros en nuestras unidades operativas hace que muchos de ellos tengan que rotar de una misión a otra con gran desgaste para sus familias y fatiga para ellos mismos. Pero la escasez de inversiones repercute también en carencias de medios adecuados para afrontar determinadas misiones de especial riesgo y de forma especial en dificultades para mantener en estado óptimo toda la variedad de armas y equipos con las que están dotadas las Fuerzas Armadas.
 
España ha emergido en los últimos años como un país que quiere asumir un creciente peso y protagonismo en el ámbito internacional. Esta vocación se ha traducido en una proyección de nuestros ejércitos en multitud de escenarios de conflicto por todo el planeta, desde Afganistán a Haití pasando por los Balcanes. En estos momentos, en los que la opinión pública vive consternada por la perdida de 17 militares españoles, quizá sea el momento de plantear al Gobierno la necesidad de equilibrar en mayor medida nuestra ambición internacional y los presupuestos de nuestras Fuerzas Armadas. Con ello estaríamos contribuyendo a que incidentes como el que ahora nos conmueve fueran más difíciles en el futuro.

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