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Jorge Vilches

Puentes rotos

Los socialistas han aceptado que el problema político no es que no se respeten las libertades en el País Vasco, sino que la "nación vasca" debe elegir, ella sola, su futuro.

El acuerdo entre los dos grandes partidos, el PSOE y el PP, es más que deseable en materia antiterrorista, pero ya es muy difícil. El acercamiento no es posible porque los socialistas han dinamitado el puente.

El consenso no es fácil, en primer lugar, porque el PSOE ha acordado con los nacionalistas e Izquierda Unida la ruptura del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Un nuevo acuerdo con el PP supondría echar marcha atrás, reconocer el error de esa ruptura y separarse de sus aliados parlamentarios. Esto quebraría la estrategia global de aislar a los populares en el ámbito nacional, autonómico y local; es decir, deshacer aquel pacto del Tinell, que se ha trasladado al resto de España, que excluía al partido de Rajoy de todo gobierno e iniciativa política. La desinformación en que se encuentran los populares, por obra y gracia de Zapatero, no es más que la puesta en escena de esa marginación.

La segunda razón que hace inviable un acuerdo entre el PSOE y el PP es que los socialistas, según declara Azcárraga, han llegado a un principio de acuerdo con ETA. Si es cierto lo dicho por el consejero de Justicia del Gobierno vasco, y se ha negociado sobre el futuro de los 800 presos etarras, es imposible que el PP acepte un acercamiento al gobierno Zapatero. Sería despreciar uno de sus pilares en este asunto: la justicia a las víctimas. En este caso, el acuerdo entre los partidos mayoritarios consistiría en que los populares se sumaran a lo decidido por el Gobierno. Y esto no es consenso.

La tercera razón es que el Presidente y los nacionalistas vascos pretenden capitalizar electoralmente el fin del terrorismo. Los socialistas se empeñan en difundir el falso mensaje de que el PP utiliza el terrorismo para hacer oposición al Gobierno. Lo que quieren ocultar con este discurso es que han roto el Pacto antiterrorista por intereses partidistas, y que están negociando con ETA. Y es a esto a lo que se opone el PP, a la estrategia adoptada por los socialistas para terminar con el terrorismo. Porque junto a una posible amnistía o reducción de penas de los presos etarras, irá la graciosa concesión del "derecho de autodeterminación", utilizando ese eufemismo de "derecho a decidir". Los socialistas han aceptado que el problema político no es que no se respeten las libertades en el País Vasco, sino que la "nación vasca" debe elegir, ella sola, su futuro.

En definitiva, los puentes están rotos y la negociación con ETA está avanzada. El resultado no podrá ser bueno, pues, como en otras ocasiones en las que se intentó la negociación, la banda saldrá reforzada –ha colocado 12 bombas en lo que llevamos de año–. ETA cobrará legitimidad como interlocutor político, se reforzada su imagen de "libertadores nacionales", y la pertenencia a la banda terrorista se mostrará para el mundo abertzale como una demostración de patriotismo.

¿Y la democracia española? La democracia española habrá perdido la oportunidad de conseguir un triunfo colectivo. Una victoria sobre el terror que refuerce el sentimiento de identidad nacional, la confianza en las instituciones y en los valores constitucionales. Una situación muy ingenua si se tiene en cuenta la "atitud", "concetos" y "exabrutos" que regala casi a diario el máximo responsable de organización del PSOE, José Blanco. Todo un lujo.

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