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M. Malkin

Tropas norteamericanas esposadas

¿Inocente hasta que se demuestre lo contrario? ¿Justicia para todos? ¿Beneficio de la duda? Estos son aparentemente conceptos ajenos en lo que respecta a los norteamericanos de uniforme detenidos en suelo americano.

¿Sabía que hay siete jóvenes marines y un miembro del cuerpo médico de la Marina sentados ahora mismo en una prisión militar esposados en piernas y cintura a pesar de que no han sido acusados de ningún delito? Estos hombres se encuentran en confinamiento en solitario, encerrados en pequeñas celdas en Camp Pendleton, San Diego, mientras los investigadores investigan un incidente del 26 de abril en relación con el Tercer Batallón, 5º Regimiento, Primera División Marine. Están entre rejas 23 horas al día; los familiares sólo pueden verles a través de un panel de metacrilato de una pulgada de grosor. Los chismosos del ejército han dicho a la prensa que son sospechosos de secuestrar y disparar a un hombre en la ciudad iraquí de Hamandiya. Se informó que la familia del iraquí en cuestión salió a la luz pública para pedir pago en metálico por su muerte cuando la histeria de los medios se centró en otra presunta atrocidad distinta en Haditha.

Estos hombres –nuestros hombres– pueden ser inocentes. Pueden ser culpables. Pueden presentarse cargos o no, esta semana. Pero hay algo mucho más seguro: las filtraciones mediáticas ya se están cobrando un alto coste en las tropas y sus familias. Los titulares ya les han condenado: "Asesinato de iraquí planeado por marines, afirma oficial" y "Marines planearon matar a civil iraquí, colocando pruebas después".

Los medios nacionales ignoraron una protesta de los defensores de los marines en el exterior de Camp Pendletonover este fin de semana. "Quiero que los marines sepan que no son olvidados, que la gente está aquí fuera pensando en ellos", decía un asistente. El padre de uno de los hombres en custodia, el marine de primera clase John J. Jodka, se preocupaba: "Me parece que ésta es la reacción de algunos altos mandos para mostrar que 'estamos al mando, estamos haciendo limpieza'".

No se escucha ni un silbido aún de la American Civil Liberties Union. La página web de los cruzados auto-ungidos como defensores de los derechos individuales contiene cientos de artículos acerca de los derechos de sospechosos de Al Qaeda y una indignada nota de prensa sobre los suicidios de sospechosos en la Bahía de Guantánamo. Pero ni una mención a los ocho de Camp Pendleton. Por su parte, otros grupos de derechos humanos estaban demasiado ocupados derramando lágrimas por el comando suicida terrorista de Guantánamo y elevándolos a la categoría de "héroes", en palabras de William Goodman, del Centro de Derechos Constitucionales. Los viñetistas han estado ocupados alterando el logotipo del Cuerpo de los Marines y representando a las tropas como asesinos de bebés.

Una voz clara entró esta semana en el fregado para cargar contra la prisa global por juzgar a nuestras tropas. Ilario Pantano, veterano de la Tormenta del Desierto convertido en banquero de Wall Street y nuevo empresario de medios, realistado en los marines y procedente de Hell's Kitchen, presentaba su poderoso libro "Warlord: No Better Friend, No Worse Enemy" esta semana, en el que recuerda su tétrica experiencia como marine difamado primero y luego absuelto. La pasada primavera afrontó la pena de muerte por defenderse a sí mismo y a sus hombres en el fragor de la batalla y matar a dos insurgentes iraquíes. Fue acusado entonces, igual que los Marines son acusados hoy, de ejecutar iraquíes a placer para enviar un mensaje. La defensa de Pantano por parte de su familia y amigos fue contestada, igual que las de los marines, con incredulidad y apatía.

No hubo entonces peticiones de aguardar al juicio contra Pantano para condenarle procedentes del New York Times. No hay programas de Oprah hoy con las esposas e hijos de las tropas acusadas.

Mientras una agitada y condescendiente Ann Curry de Today Show, en la NBC, intentaba pintar a Pantano el lunes como un criminal de sangre fría, él contestó con tranquila dignidad: "No creo que ayude a la seguridad nacional celebrar este tipo de auto-flagelación antes de que los hechos sean realmente conocidos".

¿Inocente hasta que se demuestre lo contrario? ¿Justicia para todos? ¿Beneficio de la duda? Estos son aparentemente conceptos ajenos en lo que respecta a los norteamericanos de uniforme detenidos en suelo americano. Quizá si se declarasen "objetores de conciencia" y se convirtieran al Islam, empezarían a recibir algo de simpatía.

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