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EDITORIAL

El Estatuto ya está en vigor

el Estatuto es eso mismo, una constitución paralela para Cataluña, una Carta Magna a mayor gloria de sus políticos que no tardará en entrar en conflicto con la Constitución de verdad, la de 1978

Oculto tras el humo de los incendios gallegos y el conflicto de Oriente Medio, el Estatuto catalán, el de la discordia, el texto que ha hecho correr ríos de tinta en los últimos meses y que ha alterado el pulso de todo el país, entró ayer en vigor silenciosamente. Lo hizo con un discreto discurso de Pasqual Maragall en Sant Jaume de Frontanyà, el pueblo que, con 31 habitantes, es el más pequeño de Cataluña. Todo un símbolo y la constatación de que los líderes del tripartito no desean seguir armando ruido con un Estatuto que no es, ni mucho menos, del gusto de todos los catalanes.

Esto ya lo imaginábamos. El resultado del referéndum, en el que ganó la abstención por goleada, no ofrece un escenario para echar cohetes al aire y alardear de triunfalismo estatutario. Sin ir más lejos, en el minúsculo pueblo del Berguedá donde Maragall ha querido celebrar la entrada en vigor del Estatuto, la mitad de los que fueron a votar aquel día votaron no. Esto Maragall lo sabe, y Montilla, y Artur Mas, y toda la clase política catalana que hizo el mayor de los ridículos convocando y perdiendo un referéndum en el que se plebiscitaba su gestión. Los ciudadanos por mayoría les dieron la espalda, pero ellos ahí siguen, inasequibles al fracaso y haciendo de la política una suerte de autismo en el que los trapos sucios siempre se lavan en casa.

Pero como, a pesar de todo, el sí se impuso al no y la abstención no cuenta, la máquina ha funcionado y desde ayer vivimos en un país asimétrico y en una nación de naciones. Esto, Pasqual Maragall también lo sabe, de ahí que ayer se confesase ante el menguado y rural auditorio de Sant Jaume de Frontanyà afirmando que el Estatuto es una "nueva constitución" y que la autonomía que él preside es "lo más parecido a un Estado de toda Europa". Por fin lo ha reconocido. Ha hecho falta poner todo patas arriba negando la evidencia para que, al final, el mismo día de su entrada en vigor, el artífice del engendro legislativo reconozca su verdadera naturaleza.

Porque el Estatuto es eso mismo, una constitución paralela para Cataluña, una Carta Magna a mayor gloria de sus políticos que no tardará en entrar en conflicto con la Constitución de verdad, la de 1978. Eso será el siguiente paso: las comisiones bilaterales, los conflictos de competencias y la asimetría como modelo para alumbrar la "España Plural" con la que Zapatero hincha las velas de su propaganda. Lo deseable es que la próxima vez no traten de engañarnos como lo han hecho esta. Los estatutos que están por venir; el gallego, el vasco y todos sus hijos putativos parten con la desventaja de ser los segundos pero con el camino desbrozado.

Si el estado de las Autonomías creó de la nada 17 clases políticas con sus 17 clientelas y sus 17 presupuestos, la "España Plural" va a poner a su disposición 17 constituciones, con sus privilegios, sus comités, su folclore aldeano y sus interminables demandas. El discursito de Maragall en Sant Jaume de Frontanyà es algo más que la entrada en vigor de un Estatuto autonómico, es el punto de arranque, y tal vez de no retorno, de todo lo que está por venir.

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