Menú
Fundación Heritage

La herencia de fracasos de Kofi Annan (2)

Naciones Unidas necesita un secretario general que quiera reformar de verdad el aparato burocrático de la ONU y que defienda con ahínco la democracia, los derechos humanos y la libertad.

Fundación Heritage

Los escándalos del programa "Petróleo por alimentos" y de los cascos azules en el Congo han tenido un impacto devastador en la reputación de la ONU y han reforzado la idea de que esta organización mundial rebosa corrupción y mala administración así como indisciplina en sus operaciones de pacificación. El fracaso de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (ahora conocido como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU), que ha estado constituido por algunos de los países que más violan los derechos humanos en el mundo, ha servido para acrecentar la mala fama de la ONU. Además, las tensiones entre Washington y Turtle Bay debido a la guerra de Irak han contribuido a que las relaciones entre Estados Unidos y la ONU estén en el peor momento de los últimos tiempos.

Fracaso en derechos humanos

Bajo la batuta de Annan, la ONU ha apaciguado sin vergüenza alguna a dictadores y tiranos, desde Bagdad hasta Jartum pasando por Teherán, y se ha mostrado débil a la hora de enfrentarse con el genocidio y la limpieza étnica. Como cabeza de las operaciones de pacificación de la ONU a mediados de los años 90, antes de convertirse en secretario general, Annan jamás pidió perdón a las víctimas del genocidio en Ruanda, matanza que fue consecuencia de la decisión de la ONU de no intervenir; tampoco lo hizo con las familias de los musulmanes masacrados en Srebrenica y que estaban bajo la protección de los soldados de la ONU. La falta de humildad de Annan frente a esta inmensa tragedia humana ha sido uno de sus grandes fallos como líder de la ONU. Igualmente, jamás ha pedido perdón al pueblo iraquí, a cuyo ex presidente Annan calificó de "un hombre con el que puedo negociar".

El nuevo Consejo de Derechos Humanos de la ONU, pregonado por Annan como una gran innovación de la ONU, es una solemne farsa al haber dejado fuera la ONU los principios de libertad y autonomía a la hora de diseñarlo. La falta de criterios de admisión al Consejo lo hace abierto a la participación y manipulación de los peores violadores de derechos humanos del mundo. Regímenes tiránicos como Birmania, Siria, Libia, Sudán y Zimbabwe votaron a favor del establecimiento del Consejo frente a la fuerte oposición de Estados Unidos. La brutal dictadura de Corea del Norte también dio su aprobación al Consejo. Cuando se celebraron las elecciones del Consejo en mayo, los siguientes destacados violadores de derechos humanos fueron elegidos a formar parte del mismo: Algeria, China, Cuba, Pakistán, Rusia y Arabia Saudí.

Abusos de las fuerzas de pacificación

Toda una serie de escándalos protagonizada por los cascos azules, desde Bosnia a Burundi pasando por Sierra Leone y Haití, tuvo lugar bajo la tutela de Annan. El mayor número de abusos se dio en el Congo, en la segunda misión más grande de la ONU con 16.000 cascos azules destacados.

En el Congo, los actos de barbarie los perpetraron los cascos azules de la ONU y el personal civil al cuidado de proteger a algunos de los más débiles y vulnerables niños y mujeres del mundo. El personal de la misión de la ONU presente en la República del Congo se enfrenta a acusaciones de al menos 150 violaciones de derechos humanos y es probable que la escala del problema sea mucho más grande.

Los crímenes incluyen la violación y la prostitución forzada de mujeres y jóvenes en todo el país, incluso dentro de un campo de refugiados en el pueblo de Bunia al noreste del Congo. Los presuntos perpetradores incluyen a militares de la ONU y personal civil de Nepal, Marruecos, Túnez, Uruguay, Sudáfrica, Pakistán y Francia.

El escándalo del abuso sexual en el Congo convirtió en una burla el profesado compromiso de la ONU de defender los derechos humanos básicos. La explotación de algunas de las personas más vulnerables del mundo –refugiados de un país destrozado por la guerra– fue un episodio vergonzoso y una enorme traición de confianza así como un sobrecogedor fracaso de liderazgo.

Corrupción y mala administración

El escándalo que rodeó al programa administrado por la ONU "Petróleo por alimentos" ha hecho un daño inmenso a la ya tambaleante credibilidad de la organización mundial. El caso es sin duda alguna el escándalo financiero más grande en la historia de la ONU y probablemente el fraude más grande de tiempos modernos. Hizo añicos la ilusión progre de que la ONU es el árbitro de la autoridad moral en la esfera internacional.

Establecido a mediados de los años 90 como una forma de suministrar ayuda humanitaria al pueblo iraquí, el programa "Petróleo por alimentos" fue subvertido y manipulado por el régimen de Saddam Hussein, con la complicidad de los funcionarios de la ONU, para ayudar a apuntalar al dictador iraquí. La dictadura de Saddam desvió miles de millones de dólares del programa usando el contrabando de petróleo y el robo sistemático, mediante la exigencia de pagos ilícitos a las empresas que compraban petróleo iraquí y a través de sobornos de aquellos que vendían bienes a Irak. Y todo bajo las narices de los burócratas de la ONU.

A pesar de haber sido ampliamente criticado por ello, Kofi Annan jamás aceptó responsabilidad alguna por un escándalo que ha dañado irreparablemente la reputación de Naciones Unidas. Una sombra inmensa sigue cubriendo a este secretario general respecto a sus reuniones con altos funcionarios de Cotecna, contratista suizo de "Petróleo por alimentos", que dio trabajo a su hijo Kojo desde 1995 hasta 1997 pero que siguió pagándole hasta 2004.

También quedan preguntas sin responder respecto al nombramiento del activista alemán Achim Steiner como director ejecutivo del programa medioambiental de la ONU justo meses antes de que Steiner ayudase a que Annan recibiera un premio de 500.000 dólares. Steiner, cuyo mandato de cuatro años comenzó en junio de 2006, fue parte de un jurado de nueve miembros presidido por un alto funcionario de la ONU que concedió un premio en efectivo a Annan en diciembre del año pasado. La decisión inicial de Annan de aceptar un premio de semejante magnitud (que finalmente donó a obras de caridad) al igual que el subsiguiente nombramiento del hombre que había jugado un papel clave en la consecución de ese dinero, dieron toda la impresión de ser un gran abuso de poder. Ambos fueron insólitos actos de temeridad política del secretario general y dieron la impresión de que los altos cargos en Naciones Unidas pueden ser intercambiados por favores financieros.

Como servidor público internacional, el secretario general no debería aceptar dinero de un estado miembro de la ONU ni de una fundación privada, ni como premio ni como regalo. También debería revelar completamente sus finanzas personales como hacen muchos políticos en Occidente. También debería seguir las mismas estrictas reglas éticas y de divulgación de información que se aplican a las figuras políticas en las democracias más importantes como son Estados Unidos y el Reino Unido. Annan ha hablado de la obligación de rendir cuentas, de transparencia y de los supuestos aires de cambio que dominan hoy a la ONU, pero su propio comportamiento ha desmentido sus palabras. Desgraciadamente, la callada cultura de la impunidad sigue dominando los más altos niveles del Secretariado de la ONU.

Una institución rota

En una reciente entrevista con el periódico londinense Daily Telegraph, el embajador de Estados Unidos ante Naciones Unidas , John Bolton, describió a la ONU como un órgano irremediablemente fuera de la realidad y atrapado en un "túnel del tiempo" en el que hay "procedimientos, actitudes y enfoques que se abandonaron hace treinta años en la mayor parte del mundo". Muchos americanos parecen estar de acuerdo con Bolton. En una encuesta realizada en marzo de 2006 por la organización Gallup en Estados Unidos, el 64% de los encuestados decían que la ONU estaba "realizando un trabajo muy pobre", la evaluación más negativa sobre la ONU en su historia. Solamente un 28% tenía una imagen positiva del trabajo realizado por Naciones Unidas.

En la actualidad, la ONU es una organización rota que necesita una reforma en toda regla. Éste es el legado de Annan; Estados Unidos y el mundo esperan con ansiedad el nuevo liderazgo en Turtle Bay, un liderazgo limpio de la mancha del escándalo y que esté a la altura de los ideales de la propia Declaración de Derechos Humanos de la ONU. Naciones Unidas necesita un secretario general que quiera reformar de verdad el aparato burocrático de la ONU y que defienda con ahínco la democracia, los derechos humanos y la libertad.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Nile Gardiner es doctor en Filosofía y miembro del Centro Margaret Thatcher por la Libertad, una división de la Fundación Heritage.

En Internacional

    0
    comentarios