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Carlos Semprún Maura

Domingo rojo

Thierry Breton, ministro de Economía, declaró que sus promesas "sociales" costarían miles de millones, y la candidata no ha dicho nada de cómo las costearía, ni como iba a aumentar las subvenciones a la enseñanza, la investigación, la sanidad, etc.

"¿Cómo te las vas a arreglar para hablar de todo lo ocurrido el domingo?", me pregunta tía Mercedes. Pero no ha ocurrido nada, bueno, casi nada: Los esposos Chirac, muy en el estilo veillée des chaumières, nos explicaron que fueron, pese a todo, una pareja feliz, y que van a jubilarse en breve. Ségolène fue más modesta que Mitterrand. Si éste hizo 108 promesas en 1981, ella se limitó a las 100. Es cierto que al cabo de apenas dos años Mitterrand tuvo que rectificar porque el país entró en una crisis económica y financiera, y es seguro que Segolène no podría cumplir ni el 10% de sus promesas si fuera elegida. Y en cuanto a Sarkozy, celebró otro mitin, y no el mejor, de su campaña electoral. O sea, mucho ruido y pocas nueces.

– Pero, háblame de Ségolène, ¿qué te ha parecido?

– Monstruosa, como estaba previsto. Promete aumentar los bajos salarios, las pensiones modestas, dar becas-limosnas, créditos gratuitos, sanidad gratuita y hasta meriendas gratuitas a todos los jóvenes. En la cumbre de su demagogia, declaró que ella, como madre, quería que todos los niños franceses fueran tan felices y privilegiados como los suyos. Pero al mismo tiempo promete reducir la energía nuclear civil, renacionalizar EDF, prohibir –como si no lo estuvieran ya– los productos transgénicos, crear los jurados populares "revolucionarios", organizar "campos" controlados por el ejército para jóvenes delincuentes y hasta endurecer la ley contra los menores de edad, castigando desde el primer delito, cosa que hoy no se hace. Thierry Breton, ministro de Economía, declaró que sus promesas "sociales" costarían miles de millones, y la candidata no ha dicho nada de cómo las costearía, ni como iba a aumentar las subvenciones a la enseñanza, la investigación, la sanidad, etc.

– Pero, bueno, tú sabes muy bien, y en estas elecciones más que nunca, que ya no se vota según la seriedad del programa, sino por simpatía o antipatía hacia el candidato. Lo que te pregunto es si Ségolène ha gustado.

– Ah, eso sí, es muy probable. Hace meses que "gusta". Ese fenómeno que los cursis califican de "democracia de opinión", y que de democracia no tiene nada. Es un fenómeno virtual, una gigantesca reality-show televisiva y en eso ella no lo hace mal. No presenta un juego o un concurso; se presenta como madre de Francia y tiene su público.

– O sea, que puede ser elegida.

– O sea, que puede ser elegida, efectivamente.

Dejando para otra vez la crítica de las 100 promesas reaccionarias de Segoléne, quiero señalar una buena noticia: en el proceso que el islam "francés" ha intentado contra Charlie-Hebdo, la fiscal ha pedido el sobreseimiento. El fallo tendrá lugar el 15 de marzo. Pero me parece importante precisar que François Hollande, Nicolas Sarkozy y François Bayrou han dado testimonio en favor de Charlie-Hebdo y por la libertad de expresión. El islam –misteriosamente ausente de la campaña electoral– aún no ha triunfado en Francia.

N.B.: Quise echarmeun farolen guasa, y metí la pata: Diane Cambon no se había ido deLe Figarosino de vacaciones, y ahora ha vuelto al diario; lo de escribir enMarianneva aparte.

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