El animal más feliz del mundo está en peligro de extinción: su ternura lo convierte en víctima
La sonrisa que lo hizo famoso en redes ahora amenaza su supervivencia en su hábitat natural en Australia.
Los animales siempre han fascinado al ser humano, por su belleza, rareza, comportamiento o simplemente por lo que representan en el equilibrio del planeta, forman parte esencial de la biodiversidad que sostiene la vida en la Tierra. Sin embargo, esta admiración puede convertirse en obsesión y hasta convertirse en contraproducente. Uno de los casos más llamativos es el del quokka, un pequeño marsupial australiano cuya aparente sonrisa lo ha hecho viral en internet, pero cuya popularidad está hoy poniendo en riesgo su supervivencia.
El quokka (Setonix brachyurus), es conocido como "el animal más feliz del mundo" por su expresión facial, que parece una sonrisa permanente. Sin embargo, esta característica no tiene nada que ver con emociones, es simplemente la forma natural de su boca cuando está relajado. Esta singularidad, lejos de ser una simple curiosidad evolutiva, se ha convertido en un arma de doble filo, atrae a miles de turistas y usuarios de redes sociales, que buscan capturar el "selfie perfecto", sin tener en cuenta el impacto de su presencia.
Este marsupial habita en lugares muy concretos de Australia, principalmente en la isla Rottnest, frente a la costa occidental, y en menor medida en la isla de Bald y zonas del suroeste continental. Fue avistado por primera vez por el explorador Willem de Vlamingh en 1696, quien lo confundió con una rata gigante. Por eso llamó al lugar "Rattennest" (nido de ratas), nombre que posteriormente evolucionó a Rottnest Island.
Sin embargo, el quokka no tiene nada que ver con los roedores, pertenece a la familia Macropodidae, como los canguros y los ualabíes. Mide entre 40 y 60 cm, tiene una cola de hasta 30 cm, pesa entre 2,5 y 5 kg y su pelaje es marrón grisáceo. Es herbívoro y nocturno, vive en grupos sociales liderados por un macho dominante y posee una impresionante capacidad de adaptación, ya que no necesita beber agua, pues la obtiene de las plantas que consume. Además, su cola almacena grasa, lo que le permite sobrevivir durante periodos de escasez.
La cría vive los primeros seis meses dentro de la bolsa marsupial de la madre, y si por alguna razón no sobrevive, la hembra puede dar a luz rápidamente a otra cría que permanecía en estado de desarrollo suspendido. Este mecanismo, llamado diapausa embrionaria, es una estrategia evolutiva que garantiza la continuidad de la especie en entornos difíciles, permitiendo que la gestación se posponga hasta un momento más favorable para la supervivencia de la cría y la madre.
En peligro de extinción por los selfies
A pesar de sus fascinantes características, la verdadera amenaza para el quokka no es su biología, sino su fama. El fenómeno de las #quokkaselfies, que comenzó hace unos años, promovido incluso por celebridades como Chris Hemsworth o Shawn Mendes, ha multiplicado el turismo hacia sus hábitats. Los visitantes se acercan demasiado, intentan tocarlos, alimentarlos o sacarse fotos con ellos, lo cual genera estrés extremo en los animales. Estudios recientes han documentado alteraciones en su comportamiento, pérdida de hábitos naturales y, en algunos casos, la muerte por sobresaturación humana.
Además, la alimentación inadecuada proporcionada por los turistas que les ofrecen snacks, frutas procesadas o pan, les causa desequilibrios nutricionales graves. Esto incrementa su necesidad de agua, recurso escaso en su entorno. A esto se suma la amenaza de depredadores introducidos (como gatos y zorros), la deforestación y el avance urbano, que están reduciendo su ya limitado hábitat.
Actualmente, el quokka está clasificado como especie vulnerable en peligro de extinción. Las autoridades australianas han tomado cartas en el asunto: han impuesto multas a quienes los molesten, prohibido su alimentación y contacto directo, y han lanzado campañas educativas para promover un turismo responsable. Tanto es así que incluso plataformas como Instagram se han sumado al esfuerzo, mostrando mensajes de advertencia cuando se busca el hashtag #quokkaselfie, alertando sobre el riesgo de maltrato animal.
Lo que comenzó como una sonrisa viral se ha convertido en un grito silencioso por protección.
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