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DISCURSO ÍNTEGRO. Ángel Acebes, sobre inmigración, en la Asamblea Nacional de Francia

El secretario general del PP, Ángel Acebes, pronunció este jueves una conferencia sobre políticas de inmigración en la Asamblea Nacional francesa en París en el seno de una convención de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), invitado personalmente por su presidente y ahora ministro del Interior, Nicolas Sarkozy. Sarkozy y Acebes, guardan una estrecha relación desde el periodo 2002-2004 en que coincidieron como responsables de Interior de sus respectivos países. A continuación reproducimos íntegro el discurso de Acebes.

Excmo. Sr. Ministro, Excmas. e Ilmas. Señoras y Señores, Señoras y Señores:
 
Es para mí un honor participar en esta Convención sobre inmigración y quiero agradecer muy especialmente esta invitación, en mi nombre y en el del Partido Popular de España, a mi querido y admirado amigo Nicolas Sarkozy con quien ha tenido la suerte de trabajar y colaborar en temas como inmigración, seguridad y terrorismo. Una vez más demuestra, con la organización de esta Convención, su capacidad para abordar los problemas fundamentales a los que se enfrentan Francia y la Unión Europea y su apuesta decidida por encontrar soluciones que ofrezcan un futuro mejor. Creo que es un acierto abrir y resolver debates  sobre los grandes temas de la Europa y el mundo actual. Y la inmigración es uno de ellos.
 
Vivimos un tiempo de cambios vertiginosos en el que las fronteras desaparecen al ritmo que marcan los avances de las tecnologías de la comunicación y las redes de transporte. Un tiempo en el que la información llega en tiempo real a los lugares más recónditos del planeta y expone, tal y como son, las profundas diferencias de bienestar, de libertad y prosperidad entre unos pueblos y otros. No lo dudemos: hemos sido capaces de exhibir nuestra riqueza en tiempo real a los más necesitados a través de la televisión, de internet o de la publicidad, pero no hemos encontrado aún la manera de generarla allí donde hay pobreza. Vivimos y mostramos una prosperidad que para millones de seres humanos es una esperanza de vida mejor.
 
Nosotros vivimos en uno de esos espacios de libertad y prosperidad. El espacio europeo presenta además unas características especiales, con unas fronteras comunes e intensos vínculos jurídicos, que determinan la necesidad de una política común de inmigración en la Unión Europea. Las decisiones conjuntas en Europa, la solidaridad en la adopción de los acuerdos generará confianza en la sociedad y es un paso en la búsqueda de soluciones. Mientras exista la libertad de circulación de personas en Europa, las políticas individuales sólo serán remedios incompletos.
 
Europa no debe temer a la inmigración, sino a la falta de medidas para encauzar ordenadamente su entrada y su integración social. Los flujos migratorios no representarán un conflicto para nuestras sociedades en la medida en que sepamos armonizarlos con las posibilidades laborales de nuestros mercados y con la capacidad de integración de nuestros países.
 
Por eso, no estoy de acuerdo con quienes piden cerrar las fronteras, pensando que Europa puede aislarse a la inmigración, lo que no es posible ni conveniente; pero tampoco con quienes, instalados en el terreno de la mayoría de la izquierda, piden papeles para todos, que es un bonito titular de prensa pero irreal y perjudicial porque ningún país tiene recursos ilimitados para ofrecer trabajo, educación, sanidad o viviendas.
 
Entre unos y otros, creo que lo acertado es el sí a la inmigración, pero según nuestras capacidades reales de integración de manera ordenada y progresiva.
 
La Unión Europea debe avanzar eficazmente, no de forma retórica, en la implantación de esa política común, de la que ya ha sido advertida en numerosas cumbres, como Tampere o Sevilla. De poco servirá el esfuerzo de un país en establecer cotas de inmigración legal si su vecino no hace lo mismo. Esto sólo generará tensiones.
 
Este avance exige la creación de los mecanismos legales necesarios que lleven a una convergencia real de las políticas nacionales en materia de inmigración. Por otra parte, es necesario el impulso de cooperaciones efectivas en el control de las fronteras exteriores, corresponsabilizando a todos los Estados en su desarrollo y ejecución, para evitar que el coste de una política común recaiga en quienes están más expuestos que otros a la presión de la inmigración irregular. Y como quiera que existen situaciones diferentes Entre los países, soy un firme partidario de la cooperación reforzada para dar soluciones comunes a problemas comunes.  Por eso creamos un grupo como el G-5. .
 
Las sociedades más modernas, como las europeas, tienen una capacidad de integración de inmigrantes amplia y progresiva, pero limitada. La falta de control genera importantes riesgos a la sociedad pero, en especial, a los propios inmigrantes que generalmente son utilizados por organizaciones de desaprensivos que con una promesa de una vida mejor les privan de derechos básicos creando bolsas de marginación y delincuencia. Seres humanos que convierten su vida en un peregrinaje en busca de esperanza.
 
La explotación de seres humanos es tan rentable que en ocasiones hemos comprobado como determinadas organizaciones compatibilizan o abandonan actividades como el narcotráfico para dedicarse al tráfico de seres humanos. En muchos lugares las sanciones penales son inferiores e incluso la consideración social es diferente. Por eso, debemos seguir avanzando para conseguir una respuesta penal más adecuada y conforme con las necesidades actuales. Y también en la prevención basada en elementos fundamentales: la especialización, la información y el control. 
 
Europa no puede caer en el círculo vicioso de periódicas  regularizaciones masivas e indiscriminadas.  Estos procesos son contraproducentes porque:
 
1º)  Producen un efecto llamada, que hace necesario que el día que acaba un proceso de regularización extraordinaria se piense en abrir un nuevo proceso.
2º)  Acaban premiando la irregularidad.
3º)  Desaniman a los inmigrantes que se acogen a los procedimientos de entrada regular.
4º)  Propician el fraude –en documentación, matrimonios de conveniencia, etc-.
5º)  Animan a las organizaciones criminales que trafican con seres humanos.
6º)  Desincentivan a los Estados de origen a combatir a las mafias, a prevenir la salida ilegal de sus nacionales y, en general, a convenir programas de colaboración.
7º) Poner en marcha procesos de reagrupación que se convierten en indefinidos y de muy difícil gestión.
 
Frente a estas regularizaciones masivas, la apuesta tiene que ser la existencia de procedimientos ordenados con todas las garantías, que permitan la entrada legal de inmigrantes desde su origen  y que faciliten decididamente su integración en la sociedad que los acoge, lo que debe considerarse  como un desarrollo natural de su incorporación al país al que llegan.
 
La clave es garantizar la convivencia y para ello es imprescindible el reconocimiento de derechos que le permitan que esta integración se lleve a cabo de la forma más rápida y efectiva, así como el cumplimiento de los deberes correspondientes. Y con carácter preferente, entre los derechos, debemos destacar, porque tiene una especial importancia, el derecho a la educación, enseñando valores de convivencia, de libertad y de integración cultural sin renunciar a los propios.
 
La inmigración es uno de esos capítulos fundamentales que integran una política seria y responsable que, por cierto, más preocupa a los ciudadanos europeos. Por ello, Europa necesita conseguir  consensos básicos en torno a:
 
1º)       La interdicción de toda forma de inmigración irregular.
2º)       La persecución de las mafias que trafican con seres humanos.
3º)       La aplicación de procedimientos de repatriación y expulsión.
4º)       La sanción de la explotación laboral de los trabajadores inmigrantes.
5º)       El desarrollo de políticas educativas, sociales y económicas que permitan la integración efectiva del inmigrante regular. La principal es el trabajo.
 
En  conclusión, el Partido Popular cree en una política de inmigración para Europa que compatibilice la apertura de nuestras fronteras y de nuestras sociedades a aquellos inmigrantes que vienen a mejorar sus condiciones de vida, a convivir y a contribuir a la prosperidad individual y colectiva,  con el control estricto de las fronteras y con la aplicación de procedimientos de entrada regular desde el origen y previniendo el fraude.
 
Nuestro compromiso es con esa Europa que tiene que seguir  siendo una tierra de oportunidades, responsable y próspera. 
 
Muchas gracias.

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